viernes, 7 de agosto de 2009

Balada para AD Lina

I

Nunca me gustó -por melosa- esa canción. Aunque compuesta por Paul de Senneville, fue empavada para toda la eternidad por el más kitsch de todos los pianistas contemporáneos, el francés Richard Clayderman. Y aunque hasta donde recuerdo, la tonadilla se convirtió en un verdadero éxito que incluso llegó a vender más de 22 millones de copias, en serio más que una balada era realmente una ba”ladilla”.

La semblanza de esta pieza musical resulta extremadamente particular, una historia fabulada: Un compositor -Senneville- que tiene una hija –Adelina-, le compone una canción -la balada en ciernes-y, un perfecto desconocido -Clayderman- se hace famoso interpretándola.

Si sustituimos los nombres de los personajes tendremos una trama similar pero aplicada a otro asunto, quizás más peliagudo que el hit parade y sus interioridades: Un compositor –Chávez-, que tiene una hija -la Revolución Bolivariana-, le escribe unos fundamentos -Socialismo del S. XXI- y, una perfecta desconocida -Lina Ninette Ron Pereira- se hace famosa interpretándola.

II

Los primeros llamados de atención por mi conducta izquierdosa, los recibí no como cabría esperarse de mis padres o de la policía, si no de parte de los cabilleros de Acción Democrática. Finalizaba ya la década de los 70’s, Carlos Andrés Pérez I era presidente y yo, estaba comenzando el bachillerato.

Rescoldos de la insurgencia guerrillera ardían por todo el territorio venezolano y el “Liceo LEER” ubicado en la avenida La Patria de San Felipe -a menos de una cuadra arriba del cuartel de la Guardia Nacional-, servía de mampara para que, de manos de los más avezados y aguerridos profesores de bachillerato, nos iniciáramos en el conocimiento y el estudio de las bases teóricas de las doctrinas de avanzada.

De allí debe provenir la reticencia con la que muchos de nuestros contemporáneos miraban, a los adecos y después a los copeyanos, en esa eterna cadencia que produjo en Punto Fijo el pacto lapidario que cayó sobre todos los venezolanos.

El comportamiento típico de esas toldas políticas era pues, el de una “dirigencia” que disfrutaba de los cargos y del enriquecimiento ilícito (hurgando en las arcas del erario público), que aparecía ante los medios vistiéndose con el ropaje democrático y unos grupos de choque organizados, financiados y azuzados por aquellos, constituidos por sujetos de todas las calañas que, como tropas de asalto, irrumpían en las manifestaciones estudiantiles, en las reuniones de centros de estudiantes, e incluso hasta en las casas de particulares, en donde las células incipientes de una revolución idealizada se armaban de sueños y de argumentos para el mañana.

III

Alias Rosa es la versión de aquel monstruo que hoy nos acompaña.

Transgénico de la IV República, ha sabido sobrevivir adaptándose a los requerimientos que el ambiente político le ha planteado.

Subproducto de este experimento llamado Revolución, que trata de llevar “la mayor suma de felicidad al pueblo venezolano”, esta cepa catira y virulenta se nos ha escapado de las manos.

No crean que su ira espasmódica y descontrolada es producto de una intoxicación por agua oxigenada o por el uso y abuso tópico de cualquier otro tipo de sustancia conocida, que se use como decolorante.

¡No!, la criatura nació con pedigrí, hija de dirigente de la IV, hermana de una militante con cargo dentro del esquema gubernamental, se hizo cabecilla de los grupos más hostiles del protochavismo.

El virus Ron colonizó con éxito el espacio en donde el guapo y apoyao, el más alzao pues, es quien asume el mando. Y con la misma cautela con la que cualquier germen parasita el organismo, esta señora que le dice adiós a la cuarta década de su vida, usó las estrategias heredadas y las aprendidas, para engatusar y seducir al Presidente mesmo.

Pensó Chávez como el Dr. Victor Frankenstein que, el engendro al que le había impartido el halito vital le iba a obedecer ciegamente, pero al igual que con el monstruo creado por la imaginación de Mary Shelley, ella se le escapó de las manos.

Lina no es tonta. Además de audaz, es habilidosa y evidentemente tiene su propia agenda.

Ella sabe muy bien que se aproximan las elecciones de representantes a la Asamblea Nacional. Ella conoce los pormenores de las modificaciones que sufrirá la ley electoral. Ella sacó muy bien sus cuentas. Ella asume que proyectando esa imagen virulenta hacia los opositores y servil al Presidente, aglutinará al segmento más chavista de los seguidores del presi, y con sus votos tendrá asegurado un puesto en el hemiciclo.

IV

Lina es intuitiva y jugó su mano con destreza. Por cualquiera de sus costados estaba blindada con esta movida. Atacando a Globovisión se aseguraba el ataque feroz, encarnizado diría yo de todos los medios opositores al Gobierno, y esto le representa el acaparamiento de los titulares de todos los periódicos por unos cuantos días, quizás semanas; significa monopolizar la preocupación de todos los “sesudos” analistas que pululan por los programas de opinión de las televisoras controladas por la “Oligarquía Mediática”.

Reprendida por el Presidente se convierte en mártir de la Revolución, en la oveja negra descarriada, en la incomprendida por el Gobierno, en la quintaescencia de la dignidad revolucionaria vapuleada por sus mismos conmilitones de la manera más injusta. Pobrecita Lina.

V

No culpo a la catira, ella comprobó lo sabroso que es estar en la cúspide del empíreo revolucionario.

Ella posee oculto su propio cuaderno de bitácora, escrito a pulso pateando las calles, calándose el smog zigzagueando entre los carros encaramada en una Vera enduro de 150cc de cilindrada, mientras el resto de los personeros del gobierno desfilan en sendas naves por las calles de Caracas. Ella ha tenido que aguantar todo este tiempo las conversaciones vacías, los piropos desalmados y el comportamiento procaz de sus ángeles motorizados, mientras los compañeritos se codean con los Excelentísimos Visitantes que vienen a agasajarnos para plantear negocios multimillonarios. Ella ha tenido que saborear todos estos años el regusto grasiento de los perros calientes de Plaza Venezuela y la carga de colesterol del malo que viene con el relleno de las areperas de La Candelaria, mientras los camaradas del establishment comen light y gourmet en el repudiable este capitalino. Ella arrea megáfono en mano al grueso de los que engordan las marchas en apoyo al Presidente de Estado mientras los compañeros jerarcas arengan con el micrófono cómodamente subidos en la tarima principal del acto.

Carente de una sólida formación política revolucionaria, la catira aspira -como casi todos los que han desfilado por los cargos públicos a lo largo de estos años- a llenarse, a ponerse buchona, a salir de abajo.

VI

Y bueno, ¡se acabó el mito!, la leyenda de la intocable camarada que irrumpía precedida por el rugir de las motos, la de la rebelde melena amarilla olorosa a aceite 2 tiempos, la mujer de la voz ronca y del verbo incendiario, la que perdió su figura detrás de un pantalón verde oliva y una chamarra camuflada, parece haber llegado a su ocaso. Salida de madre es más peligrosa que una obstrucción de rama izquierda de la arteria coronaria, que en cualquier momento te infarta.

Al parecer por el abuso constante, perdió el favor presidencial que, evidentemente tiene que entender -el jefe digo- que no se puede hacer una revolución con el constante apremio de un grupo descabellado de anárquicos.

Lástima por ti camarada Lina, tus acciones indigestan el proceso revolucionario. Tu indisciplina oxigena la perorata “anti-régimen” de los propietarios del latifundio mediático. Tú, sin querer queriendo, has dado luz al presidente acerca de qué hacer con los compañeros descontrolados que piensan con las vísceras sin medir los alcances de su accionar alocado.

Más que una balada, escucho al fondo de esta historia la letanía de un Requiem, el principio de un servicio litúrgico que conduce a la catira derechito al cadalso.

Garrote vil no recibirá, aunque no pretenderá fallecer a sombrerazos. Lina no te juzgo ni te absuelvo, tu eres el producto de la improvisación vernácula para estos casos.

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