lunes, 11 de marzo de 2013

¡Púyalo Capriles, que así vas del Carajo!


Definitivamente Henrique Capriles Radonski nació para meter la pata. No ve una para embarrarla y lo peor es que, para sus adentros, él se la está comiendo cada vez que habla. 

En sus declaraciones de ayer dejó esa circunstancia palmariamente demostrada.

Incuestionablemente Henrique Capriles es como las medias, ¡Cuando abre la boca es para meter la pata!. En una sola jornada declarativa puso en contra de sus aspiraciones electorales a los altos mandos militares, a una gran porción de las Fuerzas Armadas, a la mayoría del pueblo venezolano, chavista y no chavista, creyentes o ateos, cristianos y paganos, tirios y troyanos.

Ofendió con sus declaraciones a las viejitas que desde ya encienden velas a la memoria del comandante, agravió a los estudiantes que consiguieron en las premisas de la Revolución Bolivariana un torrente al cual sumar sus ímpetus juveniles, sus anhelos de cambio. Insultó a las eternas amas de casa a quienes por fin alguien les reconoció el importante trabajo que cumplen, el de sacar (muchas veces solas) un hogar adelante. Lastimó a los trabajadores, humilló a los relegados de la sociedad a quienes Chávez y su acción de gobierno jamás los vio con desechables (término con que en países vecinos mencionan a los menos favorecidos de la sociedad, las personas en situación de calle) y en la misma jugada se echó encima a gran parte de sus conmilitones, a los opositores conscientes y a los moderados  que al escucharlo expresaron “¡Qué pena con ese señor!”.

Henrique Capriles viene llegando de Nueva York y su viaje en este momento de la historia de Venezuela evidentemente no fue para comprar los estrenos navideños. Vuelve Henriquito de solicitar instrucciones a sus managers. Regresó Henrique con iniciaciones claras. El no creer que haya algo más allá de la muerte (física o política) le hace cometer garrafales errores.

Ve Henrique frustradas para siempre sus aspiraciones políticas, al menos las presidenciales. Está parado de frente a una nueva derrota. Ve venirse sobre sí desde lejos la avalancha, sabe que inexorablemente el gélido abrazo de la nieve lo envolverá, lo sepultará pero ya no puede hacer nada. 

Y por más que el odio al progreso de los pobres a la redención de los humildes enceguezca a los oposicionistas, tampoco van a ser tan dementes como para anotarse y acompañar a un perdedor consuetudinario.

Al menos 60% de nosotros los venezolanos, compatriotas revolucionarios, le estamos agradecidos a Henrique Capriles por haberse desnudado ante las cámaras, por mostrarse tal y como realmente es.

Un regusto a patraña había quedado pegado en el paladar de los que tenemos inmensa estima por el Presidente Chávez y por eso no nos tragamos las condolencias fingidas que leyó ante las cámaras de televisión en días anteriores.

"Bush no es tan estúpido como suena y bien sabe Dios que no puede ser tan estúpido como parece" afirmaba en un artículo el profesor de Oxford Richard Dawkins. Pero, aunque sus conciudadanos pensaban eso de George Walker Bush seguían apoyándolo y votando por él. Ese hombre, capaz de expresar frases como estas: “Si no tenemos éxito entonces corremos el riesgo de fracasar”, “La gran mayoría de nuestras importaciones provienen de fuera del país”, “Es tiempo para que la raza humana entre en el sistema solar”, “No es la contaminación la que amenaza al medio ambiente, son las impurezas en el agua y en el aire”, es el modelo a seguir, el faro que ilumina el entendimiento de Henrique Capriles Radonski.

Coeficiente intelectual y Henrique Capriles Radonski son palabras que definitivamente no pueden ir juntas en una frase. 

Amigo y compañero de intereses políticos de Manuel Rosales tiene la misma formación, la misma escuela que este último personaje. El ex candidato presidencial maracucho tiene la fama -bien ganada por cierto- de ser bruto hasta las agallas. En el Top Ten de sus rebuznos se encuentran estas perlas y les transcribo pocas pues para muestra bastan unos pocos botones: “Los colegios están vueltos un desastre. Por ejemplo, en los salones de computación no hay microscopios ni reactivos con que hacer experimentos”, “Los hospitales del Zulia van a trabajar las veinticuatro horas del día… y en la noche también”, “Vinieron ríos humanos de gente”, “A quien asa varios conejos a la vez, alguno se le va vivo”, “En el país de los ciegos el muerto es ley”, “Cien mil barriles diarios todos los días”, “Nosotros vamos a mejorar la inseguridad”, “Aquí en Venezuela hay un déficit de pobreza”, “Hay que atender las enfermedades infecciosas como la desnutrición”

Henrique Capriles Radonski y Manuel Rosales evidentemente abrevan de la misma fuente… y: “Quien anda con burros termina rebuznando”

Es de entenderse entonces, el episodio de los europeos y su antipatía por los desodorantes; lo de los cuatro millones de venezolanos que se acuestan sin dormir, lo de Coquivacoa por Chivacoa y tantas otras preciosuras intelectuales más.

Pero el fondo Henrique Capriles no es tan borrico, su problema reside en que no tiene nada que decir y por eso sólo logra balbucear incoherencias, es por esto que si habla mucho rato comienza a contradecirse, a confesar sus miedos, a decir mentiras trasparentes… a rebuznar.

Un Henrique Capriles solitario, sin más apoyo que el de su terror a la derrota, asumió como quien se bebe una cucharada de remedio maluco la responsabilidad de competir contra el camarada Nicolás Maduro Moros en la próxima contienda electoral. Y el pavor que infunde una catástrofe segura ha acelerado su destino inexorable… ¡El fracaso!

Ya no es a Hugo Chávez a quien tiene que vencer Henrique Capriles Radonski. En una alquimia social digna de ser estudiada, el Pueblo así con mayúscula, se ha transmutado en Chávez. Cada individuo de este bravo pueblo se ha convertido en una célula más del corpus revolucionario. Ahora nosotros somos el cuerpo, Chávez es nuestra alma.

Ahora a quien debe derrotar Henrique Capriles Radonski es a todo un pueblo -a un pueblo que él no conoce-, que ha decidido convertirse en Chávez. 

Pobre Henrique con cada palabra que dice, con cada frase que pronuncia se hunde más y más en su propio excremento. ¡Púyalo Henrique que así como vas, vas del carajo!

sábado, 9 de marzo de 2013

Ten cuidado con lo que deseas…


I

“Ten cuidado con lo que deseas, pues se puede convertir en realidad" ¿Cuántas veces no hemos escuchado pronunciar en los más diversos contextos esta frase? Es una sentencia atribuida por mucha gente al aguzado ingenio de Oscar Wilde.

Sea quien fuere el creador de este refrán, el tiempo y las experiencias que con él trae aparejadas, se han encargado de convertir este proverbio en una máxima y aquí en nuestra convulsionada, adolorida y siempre esperanzada Venezuela se están dando los acontecimientos necesarios para nuevamente reforzarla.

II

Desde que ganó por primera vez unos comicios el 6 de diciembre de 1998 -con casi el 60% de los votos-, el recién electo Presidente Hugo Rafael Chávez Frías hizo a un lado a los operadores políticos tradicionales, se deshizo de compromisos y planteó con firmeza y por la calle del medio la refundación de la Patria. Propuso, impulsó y puso en práctica la conformación de una Asamblea Constituyente que nos proveyera de una nueva Carta Magna, y algunos -pobres ingenuos-, llegaron a pensar que era una nueva jodedera, que sólo era una echadera de vainas.

Un tipo de extracción humilde, un zambo pataenelsuelo, un militar más del montón, otro expediente anónimo entre la soldadesca formada bajo las premisas de la Escuela de las Américas, un individuo entrenado para servir de cancerbero de los intereses Norteamericanos en su patio trasero, de guardián de los capitales de la burguesía criolla, no podía jamás representar mayor peligro que el desembolso que hubiere de hacerse para comprar su conciencia.

¡Y todos, hasta ese momento, habían tenido su precio!
 Juan Vicente Gómez, Fulgencio Batista, “Tachito” Somoza, Marcos Pérez Jiménez, Manuel Antonio Noriega… ¿A cuántos más habría que nombrar para darse ánimos, para conservar la calma?

¡De militares nacionalistas estaba lleno el reino de los paraísos fiscales!

III

Las élites venezolanas pasaron sistemáticamente por alto ciertos “pequeños” detalles. Los militares venezolanos no provienen a una casta selecta y pudiente como en el resto de los países latinoamericanos, en todo caso no pertenecen (en su gran mayoría) a las clases altas. Desde los tiempos del Ejército Libertador nuestra milicia se nutre de pueblo, se alimenta de gentes que luchan por deshacer las injusticias que han padecido ellos mismos o han visto sufrir a sus hermanos. Nuestras Fuerzas Armadas provienen de hogares en donde al menos existió un tío revolucionario, un personaje clandestino del que todos hablaban en silencio, al que no veíamos ni los veinticuatros, a alguien por quien lloraba la abuela siempre por la misma fecha, sin saber que ese día particular era el de su cumpleaños. Los militares venezolanos crecieron teniendo como soundtrack las canciones de Silvio Rodríguez, de Mercedes Sosa, de Pablo Milanés, de Alí Primera, de Soledad ¡Ay la Soledad de aquella época!, Soledad Bravo. Sus ídolos militares siempre habían sido y serán Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, José Antonio Páez, Ezequiel Zamora, Pancho Villa, Emiliano Zapata, Fidel Castro, Augusto César Sandino, Ernesto “Che” Guevara. ¡Nada de Tío Sam, nada de John Rambo!

Se olvidaron de antecedentes perversos y de penosas circunstancias. Borraron de su memoria que el pueblo, el glorioso Bravo Pueblo ya estaba obstinado. Su amnesia selectiva les impidió recordar los sucesos del 27 y 28 de febrero de 1989. Ignoraron el hecho de que ese mismo Hugo Chávez a quien despreciaban, se había revelado el 4 de febrero de 1992 junto a un contingente de militares patriotas en contra de las recetas económicas fabricadas por el FMI  y de sus infaustos resultados.

IV

Curioso el contraste entre el ruido de la prensa y el rumor de la calle. Insultos en los diarios, odio en las redes sociales, blasfemias desprecio e impertinencias emitidas día tras día por la televisión venezolana, inquina hostilidad y ofensas difundidas por las grandes cadenas noticiosas internacionales desde la noche hasta la mañana, fue el escenario que debió soportar la mayoría del pueblo venezolano.

El Imperio y sus “backyardigangs” pedían a gritos el autobús del progreso, y éste les llegó con chofer incorporado.

Muy a despecho de estos cachorros imperiales, el sucesor de Hugo Rafael Chávez Frías en la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela no es uno de los “Chicago Boys”, no estudió en Harvard, Princeton o Stanford, es simplemente Nicolás Maduro Moros, conductor de Metrobus sindicalista de la Compañía Anónima Metro de Caracas. Nada del “savoir faire” de un Julio César Pineda o de un Milos Alcalay quienes, aún después de haber pasado años de abandonar el cargo siguen siendo “Embajadores” plenipotenciarios.

Este hombre, Nicolás Maduro, ungido por la sabiduría y la visión político-estratégica de Chávez ha demostrado con creses poseer habilidades para la política fina y para la diplomacia pero, no es de la categoría que esperaban los IESA Boys y sus secuaces. Por eso denigran de él, se burlan, lo agravian y lo difaman.

Pero, ya antes de que se hubiese puesto fecha definitiva a la próxima contienda electoral, Nicolás Maduro Moros muy a despecho de la oposición tenía para sí el 50% de los votos asegurados, 14 puntos por encima de Capriles Radonski según declaró Óscar Schemel vocero no chavista de la no chavista empresa consultora Hinterlaces.

V

Insistió mucho la dirigencia opositora en la existencia de un camino y estaban en lo cierto, el sendero de la felicidad para la patria, la ruta del bienestar común para el pueblo venezolano es sin duda alguna la del socialismo. El individualismo, el egoísmo y el consumismo que nos han inoculado el capital y el mercado son el próximo cáncer que tenemos que erradicar. Y vuelvo a citar  la chispeante inventiva Oscar Wilde: “Lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada”.

Por más que le aúllen los rabiosos canes del imperio a la luna, por más que hagan mofa del dolor de un pueblo que aguanta las inclemencias del tiempo formado en una larga fila para darle el último adiós a su líder, por más apoyo extranjero con que estos cuenten, estamos seguros de que ya no volverán.

El apoyo incesante, ensordecedor e incondicional de los oprimidos del mundo para con el Comandante Chávez hace que se le paren los pelos de punta, que le salten las lagrimas de los ojos hasta al más insensible de los hombres pero no ablanda el corazón de estas “buenas gentes” que siguen vertiendo su odio contra quien aún yaciendo inerme, como si del Cid Campeador se tratase, así esté muerto les sigue ganando la batalla.

“Cualquiera puede hacer historia, pero sólo un gran hombre puede escribirla” ¡Qué viva Chávez carajo!