domingo, 30 de marzo de 2014

Guarimbas Quirúrgicas


La ciudad de Mérida -a Santiago de los Caballeros de Mérida me refiero-, es larga como una serpiente que se desliza a través de las estribaciones de la Cordillera de los Andes, entre la Sierra Nevada su ramal suroriental y la Sierra de La Culata al noroccidente. Es tan delgada la ciudad que sólo tres grandes avenidas tienen la posibilidad de surcarla, casi en su totalidad. Estas importantes vías son las avenidas: Los Próceres, Las Américas y Andrés Bello. Las dos primeras irremediablemente perdidas en el tremedal de la necedad opositora. La otra ahí ahí.

Un poquito más de un cuarto de millón de personas se apiñan en este estrecho valle bordeado por el río Chama y atravesado a lo largo justo a la mitad por el río Albarregas, en donde el resto de Venezuela anhela habitar.

Vivir en Mérida sin dudas fue un privilegio desde su fundación hasta febrero de este año. Una orografía complaciente, un clima excepcional, un paisaje extraordinario, un ambiente intelectual, le otorgaban a la ciudad una condición cosmopolita dentro de las limitaciones propias de su reducido espacio geográfico. Las manifestaciones o protestas estudiantiles junto con los Chorros de Milla y el teleférico eran sus atractivos principales. Nada les espantaba el sueño ni a propios ni a extraños.

La ciudad asentó su núcleo sobre la zona más plana de la meseta del Chama y si por el norte frenaban su crecimiento las faldas de la montaña, su confín sur -hasta mediados del siglo pasado- no excedía mucho más allá de la famosa plaza Glorias Patrias. Las fincas y haciendas de las familias adineradas merideñas se extendían de allí hacia abajo hasta donde alcanzara la mirada.

Con el desarrollo y el crecimiento citadino la urbanización necesaria fue echando mano de estos terrenos al sur de Glorias Patrias y los “Amos del Valle” emeritense hicieron grandes inversiones sobre el eje vial de ese territorio que es sin dudas la avenida André Bello. Surgieron así a su vera grandes centros comerciales y clínicas, el exclusivo Country Club, las urbanizaciones de la que se autodenomina “clase media alta” etc. Todas las grandes concesionarias de automóviles con sus inmensa fachadas acristaladas también se encuentran sobre la avenida Andrés Bello y a pesar de que allí se concentra los más furibundo de la oposición, en sus guarimbeos han quemado unidades del transporte público si, han destruido el mobiliario urbano, han vuelto leña las paradas del trolebús, le han sacado la piedra a los choferes que por necesidad transitan por la zona, le han roto algún vidrio o le han abollado la carrocería a alguno que otro carro, pero jamás en los ya casi dos meses de conflicto y de protesta artificial le han tirado ni una sola piedra a los prístinos ventanales de uno de estos centros comerciales o de estas ventas de autos, ¿raro no?.

Mientras tanto y como lo referí al principio del texto, las avenidas Las Américas y Los Próceres, permanecen clausuradas. Pero no al azar no, sino quirúrgicamente ubicadas.

Es bien sabido que los ricos quieren incrementar incesantemente su patrimonio y también se conoce que no hay ricos menos dados a arriesgar su capital que los venezolanos. Siempre la clase pudiente vernácula ha acudido para sus emprendimientos a reclutar los ahorros de los aspirantes a “salir de abajo”, el dinero de los arribistas y sobre todo a los fondos del Estado venezolano.

Sobre los ejes viales de las avenidas Las Américas y Los Próceres una nueva casta de inversores se ha aposentado. Han surgido nuevos centros comerciales, se han establecido cadenas de comida rápida de origen criollo o de capital internacional y sobre todo se construyeron complejos habitacionales para digamos gente humilde que, con sacrificio y esfuerzo veían como un cambio de status el mudarse hacia esos lugares. Los locales de estos nuevos centros comerciales florecieron en negocios de personas que arriesgando su propia hacienda, abrieron desde una pequeña tienda hasta una franquicia, desde un tarantín de bisutería hasta una venta de fritangas.

Una manera de depreciar el valor de las propiedades es marginalizando su entorno y eso se logra pues dejando que proliferen las ventas de alcohol, los garitos, el tráfico de drogas etc., cosa que conviertan en un ghuetto el hábitat urbanizado y de esta manera los inmuebles mantengan o disminuyan su valor y permanezcan disponibles baratos para ponerles la mano. Así sucede en los barrios, así ocurre en las zonas marginales. Muy rara vez usted verá que en una urbanización de la clase alta dejen establecer alguno de estos locales. Tal vez alguna familia de abolengo venida a menos haya tenido que dejar el orgullo a un lado y permita que una de sus hijas o alguno de sus muchachos les instale un restaurant en la sala de su casa… ¡Eso sí, en este caso el comedero será de degustación, los platillos preparados por un chef de fusión con entrenamiento previo en Francia y pasantías en Dubai y sobre sus manteles se servirá comida molecular, nada más faltaba!.

Los habitantes de la Mérida engañada han marginalizado los terrenos de la vertiente occidental del río Albarregas paraje conocido como “La Otra Banda”. Sus guarimbas quirúrgicamente establecidas los mantienen enclaustrados, aislados del resto de la ciudad que vive su vida como si nada.

Algún poder oculto tras bastidores ha planificado la colocación de las barricadas en el medio y al final de Las Américas, en el centro y en la culminación de Los Próceres, de tal manera que los pequeños emprendedores que arriesgaron sus capitales invirtiendo en los nuevos “Malls” actualmente se encuentren quebrados, a merced de los constructores de esas catedrales del consumo que no es de dudar, sean propiedad de los mismos “Amos del Valle”, que encima de que les cobran alquileres exorbitantes, les exigen pagar altas cuotas por concepto de condominio y otros servicios especiales. Los dueños de apartamentos en esta zona ya colocan en sus balcones y ventanas avisos en donde especifican a gritos: “Cambio hermoso apartamento en la Av. Las Américas por cualquier ranchito vía El Chama”.

Acudiendo al terror mantienen ciega de miedo traducido en odio a los que se quedaron del lado adentro de la guarimba. Convencieron a estos temerosos ciudadanos de que los “colectivos” o las hordas de tupamaros les iban a invadir sus propiedades y estos gentiles imbéciles contrataron a una serie de delincuentes para que los resguardaran. Ahora aleatoriamente a cualquier hora de la noche estos mercenarios lanzan morteros o disparan al aire mientras vociferan como si de una moderna versión de Pedro y el Lobo se tratara: ¡Vienen los tupamaros!, ¡Vienen los tupamaros!. A la mañana siguiente pasan por los apartamentos solicitando “una colaboración” para fortalecer las barricadas por si vuelven los hipotéticos motorizados.

Como si de las piezas de un tablero de ajedrez se tratara, la burguesía vuelve a jugar con la ingenuidad y la ignorancia de la gente. Por mucho que nuestra flamante “clase media” se las dé de ilustrada su analfabetismo político, su falta de conciencia de clase, les hace cometer errores que los frustran y los desamparan.

Hoy al igual que ayer su desconocimiento de las variables económicas y su candidez política les convierten en presas fáciles del juego subterráneo con que se mueve el mercado. Jamás se lo han planteado así pues su soberbia se los impide pero, ellos siguen siendo esclavos de los Amos del Valle.

miércoles, 5 de marzo de 2014

La Multiplicación de los Pranes


I

De un tiempo para acá la palabreja se ha puesto de moda. El acrónimo -que según la leyenda urbana significa Preso/Reincidente/Asesino/Natural (PRAN)-, aparentemente proviene de las cárceles puertorriqueñas y llegó a nuestros penales por los mismos caminos y con la misma rapidez que con la que entran drogas, armas, explosivos y municiones.

Estos caballeros, sinónimos de depravación, violencia, muerte, corrupción, extorsión, codicia y sobre todo de poder (los pranes quiero decir, y supongo que también existirán damas con esta denominación), son los responsables de mantener bajo el imperio del terror a todas las penitenciarías de nuestra patria. La realidad dentro de los presidios de nuestro país estimula el creciente poder que toman estos individuos.

II

Hasta ahora había sostenido que los tupamaros, eran una especie de leyenda urbana, como el ratoncito Pérez o la Sayona, de ellos todos hablan, le piden o le temen pero nadie los ha visto y por tanto nadie los pude encontrar. Sin embargo ahora resulta que, los “tupas” deben ser aproximadamente unos veinte millones de personas, pues no hay video en facebook, twitt, foto de Instagram, noticia en las redes, etc. en donde no aparezcan algunos oposicionistas culpando a estos compatriotas de estar cometiendo alguna perversidad. Claro, los tupamaros son tan tontos que para que no los descubran y para que no los culpen de esas fechorías se colocan invariablemente una franela roja que dice en el pecho algo así como: “¡Que viva Chávez carajo!” o tal vez “¡Hasta la victoria siempre!”.

III

Desde el 12 de febrero de este año venimos sufriendo todos los venezolanos sin excepción -seamos defensores de este proceso de cambios o furibundos opositores-, los desmanes de algunos grupúsculos radicalizados que pretenden salir del gobierno tomando el atajo de la desestabilización, esperanzados en obtener finalmente un alzamiento militar o una intervención armada proveniente del extranjero. Estos facinerosos no discriminan al realizar sus ataques y agreden por igual a una ambulancia o a una cisterna de gasolina. Llámanse estudiantes, miembros de la “sociedad civil”, unas buenas personas que no soportan la marginalidad con que este gobierno pretende priorizar a quienes deben ir dirigidas sus iniciativas. Reclaman los revoltosos por el desabastecimiento pero  con sus barricadas impiden el paso de vehículos con suministros, gas, medicinas, alimentos etc., protestan por la inseguridad pero mantienen ocupados a los cuerpos de seguridad custodiándolos para evitar que sus pesadillas se hagan realidad y un tropel de ciudadanos -bolivarianos o no- hastiados de esta situación arremetan contra ellos hasta hacerlos recapacitar, critican la impunidad pero se quejan amargamente y arrecian sus ataques si alguno de estos malhechores es capturado en flagrancia mientras destruye propiedades ajenas o incendia los bienes del estado, exigen libertad de expresión pero se abalanzan contra los periodistas o reporteros gráficos que a su manera de ver tengan cara de bolivarianos, reprochan la presencia de cubanos en nuestra patria mientras imploran al cielo por una intervención norteamericana en los mismos términos en los que se hizo la de Libia.

IV

Ahora los verdaderos ciudadanos de este país -la clase media venezolana-, han adquirido la condición de “privados de libertad” eufemismo con el que se nombran en tiempos de Revolución a los reclusos y se encuentran confinados a sus urbanizaciones o conjuntos residenciales en manos de los pranes que ellos mismo se inventaron. Los carceleros de estas personas los extorsionan con el argumento de que van a llegar los tupamaros y les van a invadir su “territorio liberado” y los mantienen cautivos de sus miedos, les cobran peaje sutilmente pidiéndoles “una colaboración” para sostener las barricadas, los agreden si reviran y ya verán, más adelante cuando se nieguen a sus solicitudes (como quienes crían cuervos) estos malandrines les sacarán los ojos.

V

El discurso de los que desde hace ya casi un mes vienen ocupando parcialmente las calles de seis ciudades venezolanas, haciéndole la vida imposible a la gran mayoría de sus ciudadanos, no soporta un análisis serio. Las razones que esgrimen y que los mantienen cautivos de ellos mismos, esposados por sus temores no aguantan un ejercicio de deconstrucción sin apasionamientos. Si en 2002 con parte del ejercito de su lado, con los recursos de PDVSA en sus manos, con los dirigentes opositores envalentonados, con ingentes recursos llegándoles del norte a través de ONG’s mamparas y con una masa significativa de personas activadas y en las calles, no pudieron concretar la salida del gobierno gracias a un golpe de estado, en estos momentos en que no cuentan con ninguna de esas circunstancias de su parte y se encuentran numéricamente mermados, es imposible que sus acciones pasen de convertirse en una anécdota más que contarle a nuestros nietos.

VI

Es verdad, la gente común y corriente no merece el perder la mitad de su tiempo esperando en una cola para adquirir lo indispensable para llevar los alimentos a su casa, pero tampoco debería ser víctima de las tropelías de unos pocos antisociales que, sostenidos por la cobardía de los que se escudan detrás de ellos para salir por las malas del gobierno sin arriesgar su físico se sientan respaldados. Es cierto, nuestros jóvenes profesionales deberían contar con más posibilidades para desarrollar una carrera en sus respectivos campos. No es mentira, las personas deberían poder adquirir bienes que les permitan mejorar su calidad de vida. En definitiva deberíamos los venezolanos gozar de salud, tranquilidad y holgura económica, pero todas estas condiciones se consiguen trabajando, empujando todos en una sola dirección para avanzar en la construcción de un país equilibrado, igualitario, feliz y desarrollado.


Invariablemente debajo de las franelas de unos y otros de los que se encuentran hoy separados por las barricadas, se halla un corazón que late al ritmo de un canto que escuchamos desde que nacemos el “Gloria al Bravo Pueblo...” y que  nos indica cómo se deben hacer las cosas: “…la ley respetando/ la virtud y honor”.

lunes, 3 de marzo de 2014

La Era del Hielo II

Al parecer un gélido aire proveniente del norte calará profundamente en los huesos de toda la humanidad. La Guerra Fría parece tocar nuevamente a las puertas del mundo y esta vez con ciertas variaciones sobre un  mismo tema.

La primera Guerra Fría fue un enfrentamiento entre los bloques catalogados de manera simplista como “occidental-capitalista” uno y “oriental-comunista” el otro, y aunque las razones de esta pugna fueran esencialmente ideológicas y políticas, el abanico de la desavenencia incluía aspectos culturales, filosóficos, sociales, militares informativos y hasta de supremacía deportiva.

Aunque estas diferencias de enfoque no llegaron a desencadenar una Guerra Mundial, la gravedad del conflicto tuvo tantas significaciones económicas, políticas e ideológicas que alteraron el curso de la historia durante gran parte del siglo XX, marcando el surgimiento de las dos grandes superpotencias hegemónicas alrededor de las que se aglutinaron de alguna manera y por diversas motivaciones el resto de las naciones del orbe.

Ninguno de los dos grandes bloques conformados se atrevió a tomar acciones directas contra el otro pero, emplearon el mapamundi como un gran tablero de ajedrez colonizando naciones, invadiendo países, subyugando estados, extorsionando gobernantes y comprando conciencias a sus anchas hasta sumar alianzas estratégicas que les garantizaran recursos económicos, materias primas baratas y mercados, grandes mercados en los cuales colocar sus manufacturas.

El choque ideológico -que se remonta al final de la Primera Guerra Mundial y que aunque se pensó finalizado luego del derrumbe del muro de Berlín- ocurrido en 1989, se ha prolongado soterradamente hasta nuestros días en que la lucha por el control de los recursos energéticos pone de nuevo a temblar a media humanidad acerca de las connotaciones de un nuevo enfrentamiento entre los peso pesados del mundo.

Algunos eventos han desencadenado esta nueva resbalada térmica en las relaciones de poder ruso-norteamericanas.
La reacción moscovita (si así puede llamársele en este nuevo y refrigerado capítulo), ante el cerco que sobre su frontera a desatado el accionar norteamericano, embochinchando a los países limítrofes de Rusia, ha sido lenta pero finalmente y como era de esperarse contundente.

Ya no se enfrasca el gobierno exsoviético en una lucha retórica en las asambleas de la ONU, el gobierno ruso ya no oculta sus antipatías hacia  la intromisión norteamericana en sus antiguas áreas de influencia -tanto por cercanía geográfica como por proximidad ideológica-.

Las intensiones hostiles de los Estados Unidos han desatado respuestas desfavorables al equilibrio global y a la paz del mundo. Ya no existe la cortina de hierro es cierto, se encuentran muy lejos los tiempos de Stalin es verdad, pero las apetencias de liderazgo de la sociedad y el gobierno de la nación geográficamente más extensa del orbe persisten. Ya Molotov advertía en 1946 acerca de la intención norteamericana de desarrollar a través de su industria bélica su supremacía mundial, llegando incluso a desatar una nueva conflagración si eso fuere necesario para cristalizar sus intereses monopólicos.

Nuevamente el gobierno de los Estados Unidos como en los tiempos de Harry Truman esgrime la lucha entre los “países libres” y los “regímenes totalitarios” como excusa para consolidar su poderío sobre naciones que le garanticen poder sobre cuantiosos recursos naturales.

La situación en Ucrania en cuestión de horas ha evolucionado como era de esperarse. El gobierno ruso encabezado por Vladimir Putin con el apoyo de la Duma -el parlamento moscovita-, ha reaccionado ante la desestabilización propiciada por los Estados Unidos en Ucrania desplegando sus tropas en la estratégica península de Crimea, república por cierto autónoma de Ucrania. El gobierno títere de Kiev en una bravata anuncia que no se dejará arrastrar por las provocaciones de Moscú, pero el pueblo crimeo e incluso de algunos grupos de ucranios, comienza a desplegar por sus calles una serie de manifestaciones prorrusas, lo que habla muy mal de la legitimidad del gobierno interino que asumió el poder tras el derrocamiento de Yanukóvich.

La Unión Europea y los Estados Unidos tienen muy pocas opciones y menos argumentos para convencer al gobierno ruso de ceder en su intervención sobre la vecina Ucrania vía Crimea. La destemplada advertencia lanzada por Barakc Obama no detendrá a Vladimir Putin, quien tiene reciente el recuerdo de la displicente actuación de norteamericana y de la misma Unión Europea ante los sucesos de Georgia.

Esta aparentemente lejana situación trae nuevas consideraciones acerca del desenlace del conflicto interno que auspiciado por los Estados Unidos padecemos los venezolanos.

Washington tiene un serio dolor de cabeza en Ucrania y a pesar de la importancia que pudiera suponer Venezuela como proveedor petrolero, no aparenta ser rentable para los norteamericanos el seguir financiando el desarrollo de un “golpe suave” en un país que le suministra sólo el 10% de sus necesidades de hidrocarburos que es lo que representa la exportación petrolera venezolana hacia ese imperio.

Hacer mella en una Venezuela vulnerable política y económicamente es en esencia extremadamente sencillo, sólo basta con poner a funcionar una antigua fórmula de patente norteamericana. Entre los ingredientes se destacan: A) El tener a los medios de comunicación tanto criollos como internacionales desvirtuando la verdad de lo que ocurra en la nación, magnificando las escaramuzas opositoras, generando sensaciones de inseguridad, desabastecimiento, desasosiego, etc. B) Contar con los servicios de una dirigencia opositora sin escrúpulos, ambiciosa y servil. C) Poseer una clase media acomplejada -con ínfulas racistas de superioridad-, que recuerde intensamente su todavía fresco origen humilde y que abjure de él y que además crea a pié juntillas que su país está al borde de la bancarrota. D) Encontrarse con una clase política gubernamental holgazana, floja, acomodaticia, a la que le da pereza el establecer contacto con el pueblo al que se debe y que vive de las cuantiosas rentas políticas, económicas y sociales que les concedió en herencia al fallecer el Comandante Chávez. E) Mal manejo de las variables económicas por parte del Estado, lo que garantiza un desequilibrio peligroso en las finanzas de la patria.

En un escenario tan volátil y emocionalmente cargado como el que vivimos en Venezuela, cualquier loco puede desencadenar una situación que amargamente termine fuera de control, pero la “gente pensante” parece no asimilarlo y juegan a una guerra que se libra a las puertas de sus conjuntos residenciales.

Para el gobierno norteamericano persiste la importancia trascendental de imponer en Venezuela a un régimen títere que le sirva como aliado incondicional, como cabeza de playa sudamericana, aunque para eso ya tenga al colombiano. Pero estratégicamente constituiría una mejor inversión apuntalar la sedición ucraniana que le corta o al menos le dificulta la salida de los productos rusos hacia Europa.

Los intentos de desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro no cesarán estamos claros, pero en un panorama en el que hasta la misma paz de Europa está en juego el gobierno gringo ya siente predilección por sus aliados desarrollados.

Las revueltas en Ucrania no han acabado, el retorno del caos a la región es una señal ominosa del movimiento tectónico que ha desatado esta sucesión violenta de marionetas pronorteamericanas. Veámonos en ese espejo, que desde lejos nos muestra lo que para nosotros los venezolanos y para el continente significaría el triunfo sobre la razón y la autodeterminación de los pueblos de las apetencias norteamericanas.