jueves, 27 de agosto de 2009

El Corazón de Venezuela

Realmente el corazón geográfico de nuestro país corresponde al Estado Guárico. Situado en todo el centro de la nación, con el estado Aragua clavado en su territorio como una puñalada, posee la forma abstracta de un corazón que palpita y se desangra sin ver progreso para sus coterráneos. Por él tenemos que pasar aunque sea de refilón sí pretendemos atravesar en cualquier sentido, de norte a sur, de este a oeste, o viceversa, el suelo venezolano.

Los cielos más hermosos de Venezuela son los del estado Guárico, las nubes más blancas, el azul más prístino; la puerta al llano profundo es el estado Guárico; el mejor queso llanero es el del estado Guárico; la comarca con peores vías de comunicación es sin dudas también el estado Guárico.

El estado Guárico con sus 64.968 km2 y una población tan escasa que no alcanza las setecientas mil almas aún metiendo en la cuenta al Ánima del Taguapire, es un estado productor de petróleo al que se le pichirrea hasta la más ínfima gota de brea.

De lejos se lleva el título de Líder en el Campeonato Internacional de Huecos en todas sus versiones: Carreteras, Calles, Avenidas, Calzadas, etc. Todos sus caminos sin excepción, están plagados de huecos, apolillados por la carcoma de la desidia. Y en donde no hay huecos… ¡Hay “policías acostados”!

Pareciera que los recursos para la compra de asfalto destinado a la refacción y al bacheo de las vías, se distrae en la diseminación de obstáculos (eufemísticamente denominados “reductores de velocidad”) que, con un sadismo impresionante han resuelto instalar -o permitir que su establecimiento ocurra- las autoridades del tránsito guariqueño.

Limitando con Carabobo, Aragua, Miranda, Barinas, Cojedes, Apure, Anzoátegui y Bolívar, su tierra feraz es el granero que provee de maíz, arroz, sorgo y leguminosas, de carne y de leche al grueso de la agroindustria criolla. Sin embargo le ha tocado sufrir una estirpe de gobernantes regionales que han sumido a esa entidad en el inframundo del deterioro progresivo y perpetuo.

El llanto de los guariqueños y de los que circunstancialmente tenemos que pasar por allí llena y desborda el embalse de Calabozo. Debería patentarse un adminículo que transformara las arrecheras y las mentadas de madre de los conductores en energía y, sólo gracias a la cuota energética que aportaría el estado Guárico, se acabaría el problema mundial de la contaminación del aire.

Tengo años atravesando el Guárico y con ninguno de los gobernadores de turno -del signo que estos hayan sido- he tenido suerte. No hay manera de hacer la travesía sin que alguna parte de su vehículo sufra las consecuencias de su osadía. La industria más próspera de ese estado debe ser la de los talleres para automóviles.

William Lara es sin lugar a dudas, el más leguleyo de los periodistas venezolanos; su hablar atiplado, de carácter pausado, su acento singular, marcaron la manera vernácula de hacer parlamentarismo. Con la ayuda del Presidente Chávez llegó a la Gobernación de Guárico y se esperaba mucho de él, más aún siendo éste el sucesor de Manuitt “El Destructor”.

Parado en una estación de servicio en Ortiz mientras me arreglaban un caucho que se había estropeado víctima de uno de aquellos ya legendarios boquetes, escuchaba yo la radio y conversaba con los empleados de la cauchera cerca de la media noche y en medio de una oscurana -pues para colmo de males no había electricidad por toda esa sabana-, cuando oí una voz conocida. No era la de Luís Silva ni la de Reynaldo Armas… no, ¡Era la voz de William Lara!

Hablaba el gobernador con su jerga clásica, mencionaba artículos, citaba la Ley de Tránsito, aludía al Código Penal y yo me dije: ¡Carajo, tengo que pararle bolas a Lara!

Mientras esperaba que repitieran por la radio la perorata de William, me enteré de boca de los caucheros, personas autóctonas de la zona, que al mandatario regional lo apodaban “Dos Kilómetros” y, socarronamente pregunté el por qué de semejante apodo, apresurándome a pensar que la causa venía por otro lado.

Con el cantaíto típico del hombre de llano adentro, obtuve por respuesta un: “¡Gua por qué más va’sé pariente!, ¡Por qué’se hombre na’más anuncia arreglos de carretera que no alcanzan un porción de 2 kilómetros je je je!”

Intrigado por el recuerdo de las palabras de William -hombre siempre tan enterado de las interioridades de las leyes- y, aguijoneado por la curiosidad pues esa noche por los apagones constantes no alcancé a escuchar nuevamente la bendita propaganda, no más llegar a casita me fui derechito a internet a buscar la ley de tránsito.

Ciertamente, de las palabras de Lara se desprendía que la obstaculización de las vías nacionales es un delito que puede ser sancionado con multa o prisión según lo contemplado en el Código Penal venezolano.

Y yo pensé leyendo el articulado: ¡Qué bolas tiene William!, ¡Se me acaba de escoñetar el carro pasando por su jurisdicción y el tiene las santas bolas de acusar y amenazar a las personas que pone obstáculos sobre la carretera!, ¿Es qué acaso los huecos no son obstáculos?, ¿Es qué acaso los “reductores de velocidad” no impiden el libre tránsito?

Descubrí gracias a Lara ciertas cosas que son muy interesantes. Por ejemplo, el Artículo 5 de la referida ley dice que “Es de la competencia del Poder Público Estadal… la conservación, administración y aprovechamiento de las carreteras…”; el Artículo 55 menciona que: “Las autoridades administrativas del tránsito terrestre competentes, en el ámbito de su circunscripción, quedan facultadas para remover los obstáculos… que obstaculicen el normal desarrollo de la circulación vehículos y peatones.”; y a su vez el Artículo 59 apunta textualmente que: “Los usuarios de las vías públicas de uso permanente o casual tienen derecho a circular libremente, en condiciones idóneas de transitabilidad y seguridad, y a ser resarcidos por quienes tengan la responsabilidad de administrarlos, por los daños personales y materiales imputados al mal estado de la vialidad.

Dime tú, William Lara, ¿Quién me resarcirá los daños ocasionados por la caída involuntaria e inevitable en alguno de los cráteres que con tanto esmero han ido estableciendo y/o consolidando a través de tu gestión?, ¿No eras tú el que con su vocecita inconfundible, amenazaba a través de la radio con sancionar penalmente a los ciudadanos que obstaculizaran el libre transito de vehículos o personas por las vías de tu estado?

Te recuerdo William Lara que el artículo 51 de la Ley de Tránsito reza que: “Las autoridades administrativas competentes, en el ámbito de sus respectivas circunscripciones, garantizarán que la circulación peatonal y vehicular por las vías públicas, se realice de manera fluida, conveniente, segura y sin impedimentos de ninguna especie.”, y que tú eres una “autoridad competente”.

William, dime ¡Es qué acaso tú no utilizas nunca la carretera entre Ortiz y San Juan de Los Morros?, ¿Nunca viajas tú William, entre San Juan y Villa de Cura?, ¿Qué tipo de carro usas tú William Lara que, tu fundillo no percibe los impactos tenaces que producen las decenas de “policías Acostados” esparcidos por esas vías?.

Tenías razón William Lara, en el Código Orgánico Procesal Penal como realmente se denomina el artilugio en su Capítulo II De los delitos contra la seguridad de los medios de transporte y comunicación, Artículo 357, señala que “Quien ponga obstáculos en una vía de circulación de cualquier medio de transporte, abra o cierre las comunicaciones de esas vías, haga falsas señales o realice cualquier otro acto con el objeto de preparar el peligro de un siniestro, será castigado con pena de prisión de cuatro años a ocho años.”

¿No eres tú William Lara, la autoridad competente encargada de remover obstáculos que impidan el tránsito fluido y seguro de los ciudadanos por las carreteras de tu estado?

Ve buscándote un buen abogado porque gracias a tus propios argumentos, los cuantiosos afectados por tu negligencia hoy tenemos armas con las que acusarte y leyes por la cuales serás sancionado.

Por ningún motivo puede impedirse el libre tránsito de vehículos o peatones en una vía pública. Yo sé que tú te referías en tus comentarios a los ciudadanos que aspiraban con o sin razón a manifestar, y que sin previa obtención de la autorización emanada de la autoridad competente, querían hacer uso de su derecho a manifestar, sin darse cuenta que con ello afectan, obstruyendo o impidiendo el libre tránsito de las personas y de sus vehículos. Pero esto no te exime de culpas.

La pobre Francisca Duarte -el Ánima del Taguaipire-, en su infinita bondad debería halarle las sábanas a quien le competa el mantenimiento de la vialidad a ver si resuelve algún día la “autoridad competente”, iniciar su trabajo.

miércoles, 26 de agosto de 2009

El Ruleteo

Práctica inveterada esta que, sufren muchos pacientes en Venezuela y que al parecer no se extinguirá tan fácilmente.

Heredada seguramente de la cuarta, pero con raíces profundas, tan antiguas que me atrevo a decir que son quizás, precolombinas.

Históricamente, la cosa comenzó muy mal para la salud en nuestro continente, y aún hoy padecemos de las carencias, corrupción, negligencia y abandono que se han ido acumulando a lo largo de los siglos. Desde la primera expedición de Colón para acá, se empezaron a incumplir las normas sanitarias en la misma medida en que estas aparecían y esto no ha parado de ocurrir hasta nuestros días.

En su primer viaje a nuestras tierras y por disposición de sus Majestades, el Almirante debió abandonar el Puerto de Palos incluyendo entre los miembros de su tripulación -como todas las naos que zarparan de aquel atracadero-, a tres individuos que, constituirían lo que se consideraba el personal médico imprescindible para que una expedición marítima estuviera en regla.

Un médico, un físico -el equivalente a un cirujano actual- y un herbolario -es decir, un farmacéutico- integraban el trío que debería asegurarse de preservar la salud de los tripulantes de aquellas embarcaciones.

Sin embargo, y hasta donde he podido llegar con mis lecturas, de los tres sólo el físico acudió a la histórica travesía, estrenándose en sus labores quirúrgicas en Puerto Flechado, nombre muy apropiado con el que bautizaron los barbudos invasores a la caleta hoy conocida como Chichiriviche, en donde fueron recibidos los expedicionarios con una lluvia de flechas, lo que motivó el curioso y oportuno nombrecillo.

Tan mala era la situación sanitaria en aquel tiempo de expediciones (pues nadie con formación y renombre, se quería arriesgar a emprender viaje en compañía de semejante caterva compuesta de una mixtura explosiva de atorrantes, rufianes, mercenarios, forajidos y facinerosos) que, las autoridades españolas no en muy pocas oportunidades, acudieron al reclutamiento forzoso de gitanas y adivinadoras a quienes embarcaron en contra de su voluntad, para suplir la falta de médicos. Uno de los nombres de aquellas (literalmente) encantadoras damas que en este momento recuerdo (estoy fuera de casa y acudo a la siempre frágil memoria) es el de “La Fundimenta”, mujer por demás atravesada quien, para evitar las agresiones físicas y los abusos sexuales de parte de sus compañeros conquistadores, los amenazaba con embrujarlos si osaban meterse con ella.

Cuenta el historiador Pedro Archila que la formación del piache o moján, además de ser excesivamente exigente física e intelectualmente, era sumamente costosa, y el aprendiz debía cancelar por adelantado ciertos emolumentos a su instructor, para que este lo aceptara y le cediera sus conocimientos acerca de las enfermedades y las curas ceremonias y conjuros que debería aprender para combatirlas y así consagrarse como curandero.

Pese a la precariedad que podríamos suponer tenían los conocimientos médicos aborígenes, más fue lo que los españoles aprendieron de estos que viceversa. El maletín del herbolario se colmó de nuevos remedios y, en muchas de las incursiones hacia el interior de las Indias Occidentales, la única fuente confiable de atención sanitaria con la que contaron los exploradores españoles, fue con la presencia de un curandero indígena.

Bien, con esos inicios es fácil comprender lo valioso que ha sido un médico desde siempre para los habitantes de la zona tórrida.

La escasez de profesionales de la medicina se vio suplida desde entonces cubriendo las vacantes con médicos extranjeros y aceptando la presencia de charlatanes, curiosos y falsos facultativos que, hacían del intrusismo médico su modo de vida. Las poblaciones interioranas quedaron siempre, deficientes con el reparto y desde aquellos tiempos el peregrinaje hacia la Metrópoli en busca de salud se convirtió en requisito “de vida o muerte”.

La pugna por contar con galenos que cubrieran las plazas vacantes en las ciudades del interior, llevó a la rápida aparición en nuestras tierras del protomedicato y a la formación de la Universidad de Caracas y a la constitución del Seminario de San Buenaventura en la Mérida serrana, germen este último de la Universidad de Los Andes.

Con el advenimiento del petróleo, contingentes humanos cuya esperanza de vida no rebasaba los 35 años, se animaron a viajar a las ciudades dando origen a los groseros cinturones de miseria que hoy vemos con asombro. Estas personas carentes de recursos para procurarse una buena atención médica con sus propios medios, ha dependido desde siempre de la magnanimidad del Estado para resolver sus apremiantes problemas de salud.

Estos ciudadanos, empujados por la desesperación y victimas de su propia ignorancia, han dejado hasta lo que no tienen al pie de los altares que rinden tributo a los dioses del olimpo médico. Los templos erigidos en nombre de Asclepios acá en el trópico, tienen nombres de clínicas privadas, son sitios en donde usted no es bien recibido si no cuenta con suficiente dinero.

Luego de cubrir el ingreso a las universidades públicas nacionales con los integrantes de una casta médica con raigambre y abolengo, las vacantes que quedaron fueron asignadas a los hijos de vecina que soñaron con seguir los pasos del centauro Quirón. Vaya criterio de selección.

Malo malo. Producto de este vicioso enfoque educativo, la mayoría de las personitas que vestían batas blancas y no eran hijos o familiares de médicos, tuvieron en sus cabecitas una sola aspiración: ganar el dinero suficiente para no regresar jamás a aquella vida que ya no era la de ellos, así sus padres, su familia, sus amigos permanecieran aún allá en el bario, allá en la pata del cerro.

Consecuencia de todo esto: al egresar como flamantes galenos, los soñadores de otrora jamás regresaron a donde más se les necesitaba, es decir a sus comunidades y obviamente, para obtener el dinero que les hiciera adquirir las cosas que, la misma sociedad les indica son inherentes a su investidura -de semidiós o semidiosa según sea el caso que nos ocupe-, comenzaron a engrosar las nóminas médicas de las grandes clínicas.

Jamás volvieron a ser los de antes.

Recuerdo alguna oportunidad cuando en el siglo pasado nos ocupábamos en resolver los problemas de los pacientes que acudían a consulta en algún hospital de provincia y tuve que refrescarle la memoria a alguno de los directivos de la hoy agonizante Federación Médica Venezolana que nos visitaba diciéndole que, si en los hospitales en ese momento no había equipos con qué trabajar era por que ellos se los habían llevado antes para sus clínicas, porque a nosotros, a los médicos de nuestra generación, nos había tocado llevar nuestro propio tensiómetro, nuestro propio estetoscopio, ¡Nuestro propio termómetro!, para poder atender a quien nos tocara socorrer.

Es prácticamente incompatible en la actualidad el ejercicio de la medicina pública y la privada al unísono. Los niveles de corrupción, el mal ejemplo han permeado tan dramáticamente la conciencia de los galenos que, han dado origen a términos ignominiosos como el de ruleteo, carreteo, acarreo, enfriamiento, etc.

Ruleteo, es la acción de rebotar indefinidamente a un paciente de centro en centro asistencial hasta que este desiste de ese servicio y acude a una clínica privada por su cuenta y riesgo. Carreteo, es la incitación por parte de algún especialista hacia el paciente para que lo busque en su clínica en donde si le puede resolver su problema de salud inmediatamente. Acarreo es el acto que ejecuta algún médico general o residente en contubernio con un especialista para trasladar a un paciente desde un centro público hacia uno privado con la finalidad de operarlo, siendo aquel -el médico bisoño- el ayudante en el procedimiento quirúrgico. El enfriamiento, es la práctica mediante la cual el médico que recibe al paciente en el instituto público “enfría” el padecimiento del paciente mientras el especialista que debe atenderlo, trabaja en el medio privado, son conductas que se repiten a diario en nuestros hospitales por que nadie quiere ponerle la cascabel al gato.

Por más chavista que declare ser el director de turno de cualquiera de nuestros hospitales, teme proceder contra el médico que incumple con sus obligaciones. Una red de compadrazgos, sumada a un entramado de complicidades, entierran bajo toneladas de favores la moral del funcionario, a quien de paso le recuerdan día tras día que, cuando salga del cargo va a volver a estar a merced de los infractores que generalmente son “vacas sagradas”.

Por estas circunstancias el apelativo de Revolucionario -confirmado por el tiempo y por su comportamiento alejado de los principios socialistas-, les queda realmente ajeno, lejano, grande e inconveniente a estos señores directivos que han pasado hasta el momento por los diversos hospitales que conozco.

Estas consideraciones pueden ayudar a quien le competa, a aclarar el origen del flagelo que hoy le quita el sueño al señor Presidente. Y al Presidente mismo también le pudiera interesar esculcar en estas notas ya que siempre ha manifestado su apego por el recuerdo y la indagación en nuestros orígenes.

He allí algunas claves acerca de nuestros vicios.

jueves, 20 de agosto de 2009

Viaje al atardecer

Viajar a través del país siempre representa un cocktail de emociones antagónicas. Sensaciones adversas, contrapuestas, sentimientos encontrados.

Cruzar sólo trece de los 24 estados (incluyendo Distrito Capital) puede haber sido una especie de mensaje premonitorio.

Satisfacciones y desencantos se mezclaban al recorrer kilómetro tras kilómetro, desilusiones y desengaños aparecían al avanzar pueblo tras pueblo, caserío tras caserío. Como anuncia una poética señal de transito antes de llegar a las apolilladas calles de El Tigre -tierra del bardo Tareck Willians Saab-, para comentar las condiciones del asfalto: “Depresiones y Sobresaltos”.

De viajes anteriores hacia la Gran Sabana, tuve siempre como razón para vanagloriarme, el tener que alagar el aspecto de las carreteras del estado Bolívar. Era digno de elogio para quién lo hubiese logrado -porque de ese estado irreal ha ya varios años-, el sentir la uniformidad del asfaltado bolivarense; más aún, luego de haber pasado por Anzoátegui y Guárico.

De Guárico siempre pensé que, por ser el Gobernador Manuitt, él jamás se daría cuenta de lo malo que estaba el trazado vial, pues su cara y el asfalto guariqueño tenían la misma tersura. Es cierto, Manuitt que se asomaba al espejo y veía su rostro víctima de un persistente acné juvenil, luego salía a la calle y veía la huecamentazón que algún gracioso plasmó al trocar un aviso que daba la bienvenida a ese estado llanero haciéndolo decir: “BIENVENIDOS AL ESTADO GÜEQUIRO”.

De Anzoátegui me sorprendió la labor ejecutada por el gobernador Saab en sus primeros años y esperanzado soñé con ese estado, por demás petrolero, libre de huecos.

Pero la condición actual de las carreteras de esos parajes del centro, oriente y sur del país desmienten la añoranza.

De Rangel Gómez desconocía casi hasta su nombre, sólo recuerdo que Chávez le levantó la mano, pero con la cantidad de huecos que tuve que esquivar y los otros tantos en los que irremisiblemente caí, me han hecho un retrato de la eficiencia de este caballero para resolver los problemas más sencillos de su comarca, que será difícil de olvidar.

Ni siquiera tuvieron que hacer campaña para lograr sus respectivas gobernaciones, pues con la segunda que les hizo el Presidente Chávez arrimándoles un caudaloso río de votos para sus correspondientes aspiraciones, les fue muy sencillo llegar a donde están. Pero son incapaces, más aún inútiles, para mantener una vialidad que ya tenían levantada.

No importa que contraviniendo la orden del Presidente, persistan en cobrar peaje a transportistas y camioneros, aunque no sé si producto del artículo anterior que escribimos aquí en APORREA, al menos en los últimos días han perdonado del pago del tributo a los que conducimos vehículos particulares.

Sin embargo, ellos ni por gratitud ni por vergüenza han hecho nada para lograr ser bien recordados.

Los visitantes, lo sentimos sólo de pasadita, pero los locales lastimosamente se los tienen que calar hasta el final de sus mandatos. No importa cuan lejana esté la población en donde usted pregunte, la respuesta parece ensayada: “¿Por qué el Presidente Chávez no se encarga de este asunto?”

Y yo les respondía a mis contertulios: ¿Y qué carajo va a saber el Presidente que ustedes tienen tal o cuál problema, si para eso ustedes eligieron a éste fulano como gobernador de su estado? ¿O a mengano cómo su flamante alcalde?

Ya algunos de estos inútiles tienen sus dos periodos cumplidos y no sé con qué rostro le irán a solicitar nuevamente el voto a sus paisanos, porque de aspiraciones ellos si que saben. Otros, con lo mal que lo están haciendo no creo que tengan cara para ir a pedir cacao.

Al menos el viaje por esos paisajes, el contacto con la gente, los atardeceres que nos han deslumbrado, han valido la pena.

jueves, 13 de agosto de 2009

La Mamá del Presidente

I

Ya el 25 de abril de 2003, Felipe Mujica mirando de frente a las cámaras de Televen, le lanzó tremenda mentada de madre al Presidente. Esa vez no ocurrió nada.
En aquella ocasión quiso el agraviante (Felipe Mujica) dárselas de vivo, pues él conocía que -para esos días-, se encontraba en Venezuela una delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa. Con su magistral jugada, ponía en jaque al Gobierno, pues si este actuaba contra él se la ponían bombita a los representantes de la SIP, que tendrían el argumento para acusarnos de “haber acabado con la Libertad de Expresión” y si no hacía nada, Mujica quedaría como hombre cuatriborleado que, se atreve a insultar al Presidente en su propia cara.
¡Qué arrecho soy! Podría haber exclamado Felipe, ya que ésta “acción” elevaría su tasación dentro del ranking opositor, subiría su cotización en el mercado de valores perecederos que ha resultado en este comienzo de siglo, la oposición Venezolana.
“¡No contaban con mi astucia!”, parece haber exclamado el chapulín bigotudo, pelón y anaranjado levantando el puño izquierdo con el chipote chillón agarrado.
Pero a Chávez le supo a soda y el asunto murió en algún rincón oscuro en el que terminan casi todos los inventos de la oposición venezolana.
El mes pasado, el miércoles 08 de julio a las 8:38 am para ser exactos, una mujer -no sé si dama-, quién se identificó como “La Negra” Rosaura Sanz, dirigente de Alianza Bravo Pueblo (ABP), al declarar desde el interior de la sede de la OEA a favor de Ledezma -mientras éste aparentaba desfallecer de hambre-, al borde del paroxismo mediático, le sacó la madre nuevamente al Presidente sin que esto trajera mayores consecuencias.
El programa en el que se hizo pública esa tremendura por la emisora 93.5 FM Melodía Stereo, es el conducido -no podríamos decir que moderado-, por el jamás bien ponderado Eduardo Semtei otrora motivo de burlas opositoras por aquello de: “¡El 28!, ¡El 28!” y por el inefable Carlos Melo, blanco también de la sorna oposicionista, ahora ambos líderes indiscutibles de esa misma descarriada oposición .
¡Qué ironía! La concesión para el libre funcionamiento de esa emisora fue otorgada (como a otras tantas) por este Gobierno, del que se dice a los cuatro vientos que es dictatorial represor y autoritario, ¡Qué atenta contra la libertad de expresión!.
En Venezuela una de las cosas por las que usted podría fácilmente amanecer con el mosquero en la boca es, precisamente, el mentarle la madre a alguien. Esto es considerado una ofensa de las más graves, una expresión excesivamente vulgar e inaceptable, si se la ha pronunciado en privado. Ahora imagínense si la afrenta se ha realizado públicamente, en vivo y en directo a través de un medio de comunicación masivo de tanta penetración como lo son la televisión o la radio.

Incluso, una agresión verbal de ese calibre pronunciada contra la progenitora de cualquier ciudadano o ciudadana es, en el mejor de los casos, causal de sanción penal a la emisora o estación que la transmite y por supuesto que para quien la haya proferido.

II

Esto sucede en un país que es un desmadre. Hace algunas semanas atrás iba yo manejando por la autopista Caracas Valencia y escuchaba al Presidente Chávez en su programa dominical cogiendo una soberana arrechera al enterarse de que muy a pesar suyo, en Venezuela se seguía cobrando peaje. A quienes transitaban por esa vía lo bajaban den cuadrúpedo y no había con quien quejarse. De inmediato preguntó qué pasaba y unos zagaletones presuntamente estudiantes y supuestamente revolucionarios, le explicaron que ellos -¡Qué cagada!-, habían constituido una cooperativa y con el dinero recolectado becaban a estudiantes de bajos recursos, ¡Qué tal!, ¡Un Paraestado funcionando!, ¡Una trampajaula atendida por sus propios dueños!. Y ¿Qué pasó?... ¡Nada!. No hay culpables, ni un solo detenido, ni idea de donde fueron a parar los fondos hasta ese día recaudados.

¿De que sirvió la calentera del Jefe de Estado?. No creo que de mucho, pues ahora que ando nuevamente en carretera, he podido comprobar que en estados en donde el gobierno regional depende de bolivarianos, la odiosa práctica de cobrar peaje se continúa efectuando.

¡No me vengan a decir que no!, ¡tengo en mi poder los recibos y puedo mostrarlos!. En el peaje de Palo Negro en el estado Aragua en donde creo que es gobernador un tal Rafael Isea me cobraron peaje para entrar a Maracay y en horas de la noche hicieron lo mismo en dos ocasiones en el estado Anzoátegui en donde me parece que gobierna Tarek Willians Saab, ¿No es verdad Tarek?.

Diga lo que Usted diga Presidente, aquí al parecer nadie le para bolas a sus órdenes. Háganle lo que le hagan, no va a haber órgano de justicia que haga valer sus derechos como ciudadano o como Jefe de Estado.

III

Desde que era un niño, he estado escuchando que se le asignaron recursos a la Autopista de Oriente y desde aquel remoto tiempo sigo año tras año, haciendo la travesía por una carretera que da lástima recorrer. Pasaron todos los gobiernos de la IV y no la terminaron. ¡Canallas, ladrones, desgraciados!, llegamos nosotros, el gobernador es Diosdado, el Ministro de Infraestructura es Cabello, su hermano; el Presidente es bembón igual que nosotros, !Ahora si la pegamos!.

Pasó Diosdado, se fue su hermano, llegó Capriles Ratonski y no sé si será por el color de su piel pero los habitantes de esas costas, de esa zona fructífera en cacao, siguen esperando el milagro que al parecer llegará cuando agache el dedo San Juan, su patrono adorado.

El colmo es que estos señores ni siquiera justifican el el retraso o la falta de culminación de las obras o el cobro de esos reales en los peajes malhadados. Pueden preguntar a los que transitan por las carreteras de Anzoátegui si ellos han visto que -con el dinero de su aporte obligatorio- se haya mejorado en algo la vialidad de ese estado. ¿Disculpe señor gobernador Tarek Willians Saab, usted ha manejado recientemente por las carreteras de su estado?, ¿Sabe usted que carajos es un “ojo de gato” o para que se implementó el rayado de las carreteras?.

Señor gobernador Rafael Isea: ¿Sabe usted que no más al pasar el peaje de Palo Negro la huecamentazón en la vía es tan grande que por los alrededores proliferan los talleres mecánicos?

Señores gobernadores de estado afectos al Proceso Revolucionario: ¿Alguna vez escuchan el programa Aló Presidente?

¡Entonces por qué carajo ustedes siguen permitiendo el cobro de peaje en sus respectivas jurisdicciones si el Presidente abolió el cobro de los mismos?, ¿Por qué lo siguen cobrando si los recursos obtenidos ni siquiera garantizan un buen servicio para el usuario, que en la mayoría de los casos expone su vida y la de sus familiares al transitar por esos purgatorios que ustedes llaman carreteras?

Señor Presidente, peor que las mentadas de madre, más grave aún que el haber sido mandado a callar por “el rey de España”, lo más infame que a Usted le está sucediendo es que la mayoría de sus colaboradores no le paran ni media bola.

¡Qué contraloría social ni que ocho cuartos!, ¡Póngase las pilas y recorra la nación de incognito, sin aviso previo sobre cuál será su itinerario!

Al igual que nosotros el resto de los venezolanos comunes y corrientes, se va a llevar unas cuantas no muy agradables sorpresas. Señor Presidente, sus mismos “colaboradores” lo están desgastando.

Si siguen las cosas así su señora madre seguirá siendo el blanco.

viernes, 7 de agosto de 2009

Balada para AD Lina

I

Nunca me gustó -por melosa- esa canción. Aunque compuesta por Paul de Senneville, fue empavada para toda la eternidad por el más kitsch de todos los pianistas contemporáneos, el francés Richard Clayderman. Y aunque hasta donde recuerdo, la tonadilla se convirtió en un verdadero éxito que incluso llegó a vender más de 22 millones de copias, en serio más que una balada era realmente una ba”ladilla”.

La semblanza de esta pieza musical resulta extremadamente particular, una historia fabulada: Un compositor -Senneville- que tiene una hija –Adelina-, le compone una canción -la balada en ciernes-y, un perfecto desconocido -Clayderman- se hace famoso interpretándola.

Si sustituimos los nombres de los personajes tendremos una trama similar pero aplicada a otro asunto, quizás más peliagudo que el hit parade y sus interioridades: Un compositor –Chávez-, que tiene una hija -la Revolución Bolivariana-, le escribe unos fundamentos -Socialismo del S. XXI- y, una perfecta desconocida -Lina Ninette Ron Pereira- se hace famosa interpretándola.

II

Los primeros llamados de atención por mi conducta izquierdosa, los recibí no como cabría esperarse de mis padres o de la policía, si no de parte de los cabilleros de Acción Democrática. Finalizaba ya la década de los 70’s, Carlos Andrés Pérez I era presidente y yo, estaba comenzando el bachillerato.

Rescoldos de la insurgencia guerrillera ardían por todo el territorio venezolano y el “Liceo LEER” ubicado en la avenida La Patria de San Felipe -a menos de una cuadra arriba del cuartel de la Guardia Nacional-, servía de mampara para que, de manos de los más avezados y aguerridos profesores de bachillerato, nos iniciáramos en el conocimiento y el estudio de las bases teóricas de las doctrinas de avanzada.

De allí debe provenir la reticencia con la que muchos de nuestros contemporáneos miraban, a los adecos y después a los copeyanos, en esa eterna cadencia que produjo en Punto Fijo el pacto lapidario que cayó sobre todos los venezolanos.

El comportamiento típico de esas toldas políticas era pues, el de una “dirigencia” que disfrutaba de los cargos y del enriquecimiento ilícito (hurgando en las arcas del erario público), que aparecía ante los medios vistiéndose con el ropaje democrático y unos grupos de choque organizados, financiados y azuzados por aquellos, constituidos por sujetos de todas las calañas que, como tropas de asalto, irrumpían en las manifestaciones estudiantiles, en las reuniones de centros de estudiantes, e incluso hasta en las casas de particulares, en donde las células incipientes de una revolución idealizada se armaban de sueños y de argumentos para el mañana.

III

Alias Rosa es la versión de aquel monstruo que hoy nos acompaña.

Transgénico de la IV República, ha sabido sobrevivir adaptándose a los requerimientos que el ambiente político le ha planteado.

Subproducto de este experimento llamado Revolución, que trata de llevar “la mayor suma de felicidad al pueblo venezolano”, esta cepa catira y virulenta se nos ha escapado de las manos.

No crean que su ira espasmódica y descontrolada es producto de una intoxicación por agua oxigenada o por el uso y abuso tópico de cualquier otro tipo de sustancia conocida, que se use como decolorante.

¡No!, la criatura nació con pedigrí, hija de dirigente de la IV, hermana de una militante con cargo dentro del esquema gubernamental, se hizo cabecilla de los grupos más hostiles del protochavismo.

El virus Ron colonizó con éxito el espacio en donde el guapo y apoyao, el más alzao pues, es quien asume el mando. Y con la misma cautela con la que cualquier germen parasita el organismo, esta señora que le dice adiós a la cuarta década de su vida, usó las estrategias heredadas y las aprendidas, para engatusar y seducir al Presidente mesmo.

Pensó Chávez como el Dr. Victor Frankenstein que, el engendro al que le había impartido el halito vital le iba a obedecer ciegamente, pero al igual que con el monstruo creado por la imaginación de Mary Shelley, ella se le escapó de las manos.

Lina no es tonta. Además de audaz, es habilidosa y evidentemente tiene su propia agenda.

Ella sabe muy bien que se aproximan las elecciones de representantes a la Asamblea Nacional. Ella conoce los pormenores de las modificaciones que sufrirá la ley electoral. Ella sacó muy bien sus cuentas. Ella asume que proyectando esa imagen virulenta hacia los opositores y servil al Presidente, aglutinará al segmento más chavista de los seguidores del presi, y con sus votos tendrá asegurado un puesto en el hemiciclo.

IV

Lina es intuitiva y jugó su mano con destreza. Por cualquiera de sus costados estaba blindada con esta movida. Atacando a Globovisión se aseguraba el ataque feroz, encarnizado diría yo de todos los medios opositores al Gobierno, y esto le representa el acaparamiento de los titulares de todos los periódicos por unos cuantos días, quizás semanas; significa monopolizar la preocupación de todos los “sesudos” analistas que pululan por los programas de opinión de las televisoras controladas por la “Oligarquía Mediática”.

Reprendida por el Presidente se convierte en mártir de la Revolución, en la oveja negra descarriada, en la incomprendida por el Gobierno, en la quintaescencia de la dignidad revolucionaria vapuleada por sus mismos conmilitones de la manera más injusta. Pobrecita Lina.

V

No culpo a la catira, ella comprobó lo sabroso que es estar en la cúspide del empíreo revolucionario.

Ella posee oculto su propio cuaderno de bitácora, escrito a pulso pateando las calles, calándose el smog zigzagueando entre los carros encaramada en una Vera enduro de 150cc de cilindrada, mientras el resto de los personeros del gobierno desfilan en sendas naves por las calles de Caracas. Ella ha tenido que aguantar todo este tiempo las conversaciones vacías, los piropos desalmados y el comportamiento procaz de sus ángeles motorizados, mientras los compañeritos se codean con los Excelentísimos Visitantes que vienen a agasajarnos para plantear negocios multimillonarios. Ella ha tenido que saborear todos estos años el regusto grasiento de los perros calientes de Plaza Venezuela y la carga de colesterol del malo que viene con el relleno de las areperas de La Candelaria, mientras los camaradas del establishment comen light y gourmet en el repudiable este capitalino. Ella arrea megáfono en mano al grueso de los que engordan las marchas en apoyo al Presidente de Estado mientras los compañeros jerarcas arengan con el micrófono cómodamente subidos en la tarima principal del acto.

Carente de una sólida formación política revolucionaria, la catira aspira -como casi todos los que han desfilado por los cargos públicos a lo largo de estos años- a llenarse, a ponerse buchona, a salir de abajo.

VI

Y bueno, ¡se acabó el mito!, la leyenda de la intocable camarada que irrumpía precedida por el rugir de las motos, la de la rebelde melena amarilla olorosa a aceite 2 tiempos, la mujer de la voz ronca y del verbo incendiario, la que perdió su figura detrás de un pantalón verde oliva y una chamarra camuflada, parece haber llegado a su ocaso. Salida de madre es más peligrosa que una obstrucción de rama izquierda de la arteria coronaria, que en cualquier momento te infarta.

Al parecer por el abuso constante, perdió el favor presidencial que, evidentemente tiene que entender -el jefe digo- que no se puede hacer una revolución con el constante apremio de un grupo descabellado de anárquicos.

Lástima por ti camarada Lina, tus acciones indigestan el proceso revolucionario. Tu indisciplina oxigena la perorata “anti-régimen” de los propietarios del latifundio mediático. Tú, sin querer queriendo, has dado luz al presidente acerca de qué hacer con los compañeros descontrolados que piensan con las vísceras sin medir los alcances de su accionar alocado.

Más que una balada, escucho al fondo de esta historia la letanía de un Requiem, el principio de un servicio litúrgico que conduce a la catira derechito al cadalso.

Garrote vil no recibirá, aunque no pretenderá fallecer a sombrerazos. Lina no te juzgo ni te absuelvo, tu eres el producto de la improvisación vernácula para estos casos.

martes, 4 de agosto de 2009

¿Quién entiende a Luís Ugalde?

“La economía capitalista es extraordinariamente eficaz para producir bienes en abundancia; con ella miles de millones se han liberado de la pobreza tradicional”. Con estas líneas comienza un artículo firmado por el sacerdote Luís Ugalde, aparecido el domingo 26 de julio de este año en la página 8 del encartado Iglesia que circuló incluido en el diario El Nacional. Tal vez tenga razón el cura, y con la ideología capitalista millones de personas se hayan liberado de la “pobreza tradicional”, pero para caer atrapadas en otros novedosos y más sutiles tipos de pobreza, dependencia y esclavitud.

Pone de ejemplos Ugalde a China e India, en donde “gracias a los avances del capitalismo que aplica con éxito la tecnología a la revolución productiva” en los próximos años millones de individuos dejarán atrás la pobreza. Y el representante de Cristo en la tierra se desentiende olímpicamente, de la despiadada explotación del hombre por el hombre que sufren esos pueblos; se olvida de la existencia de las maquilas, industrias en donde se consumen año a año ejércitos de niños -la más barata y desprotegida mano de obra-, ganando míseros salarios que, perderán minutos después en adquirir los alimentos mínimos para su subsistencia, infantes que en vez de jugar y soñar, son explotados literalmente hasta su muerte. Intenta el párroco borrar de nuestra memoria, el sistemático abuso sexual que sufren las niñas en esas naciones, para complacer a los visitantes llegados de los países capitalistas en tours de pederastia, desviación esa por cierto a la que son muy proclives los religiosos.

Sincero, argumenta el Vicario de Dios -es decir el “Padre” Luís Ugalde- que: “La economía capitalista utiliza el individualismo y la búsqueda del ‘interés propio’ como una poderosa fuerza motora creativa…” y para él -entiendo-, eso está muy pero muy bien. O sea, ¡Al carajo la solidaridad que predica la Iglesia católica!, ¡Majaderías de nuestro Señor eso de ayudar al prójimo!, ¡Pamplinas aquello que Jesucristo dijo acerca de que: “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre al Reino de los Cielos”!, ¡Pura paja de Mateo* escribiendo borracho el Nuevo Testamento!

Deslumbradas por la espiral del consumo, las personas redimidas por el capital, comenzarán su loca carrera por adquirir la infinidad de cosas, inútiles la mayoría, que el Mercado les ofrece. Entrarán definitivamente, en la etérea esclavitud de los préstamos, las hipotecas y el derroche. Serán las nuevas almas tristes a quienes la iglesia -en su santa bondad-, tratará de alejar después, de las garras de la depresión, el alcohol, la frustración, las drogas, el suicidio y el Prozac.

Pero el Canónigo Ugalde luego de dar loas al Capitalismo, trata de confundirnos y -tal vez arrepentido de haber mostrado tanto afecto por el becerro dorado-, se contradice y reconoce: “pero el ser humano no es puro individualismo y egoísmo, sino también solidaridad y amor”.

El excelentísimo Luis Ugalde vuelve a acomodar de inmediato el discurso y escribe: “No somos lobos unos contra otros, sino también hermanos unos contra otros. Dos fuentes irreductibles de identidad humana, que requieren fuerza suficiente para complementarse, hacerse contrapeso y corregirse mutuamente…”. Tal vez Luís, reconociendo esta falla en el comportamiento humano que nos acerca a la manada deberíamos, apuntar al contexto en el cual nos desplazamos, a la construcción de un Proceso Socialista en Democracia, en dónde el rescate y la exaltación del ser humano más allá de cualquier embrollo ideoléxico, constituya el motivo principal de las preocupaciones del Estado y no como se pretende desde la oposición, el desvelarse por la salud aparente de un Mercado que, en definitiva va a tender siempre hacia la acumulación ociosa del dinero, propiedades o cualquiera de sus equivalentes, generando las desigualdades que hasta ahora, hemos tenido que soportar.

“El mercado sólo no pone la economía próspera al alcance de los pueblos; se requiere desarrollo espiritual, con convicciones éticas vigorosas que inspiren y modelen la conducta humana, le den valor y sentido a la vida…” Con estas palabras, suena el clérigo un tanto confundido, como atrapado entre dos aguas. Por un lado lo halan las bases más sólidas del pensamiento cristiano, el amor por el prójimo, el darle valor y sentido a la vida; por otro lado lo empuja su círculo social, el que le ha enseñado a erigirse sobre el dolor ajeno, el que le ha vuelto fofas las carnes y endurecido el corazón.

Sin convicción le otorga su verdadero sitial a la vida, y exclama: “El capitalismo es unilateral, antihumano y destructivo, si no va acompañado del otro principio de la dignidad humana, del amor y la solidaridad…” Al parecer el prelado se nos volvió Chavista pero, despreocúpense, nadie puede vivir eternamente asumiendo una pose, simulando una postura ante la vida en la cual no cree, por eso inmediatamente dice: “… es una necesidad y bendición si el interés propio y las fuerzas del mercado son orientadas por leyes e instituciones hacia un nuevo humanismo…” No podía ser de otra manera, así vuelve la burra al trigo.

Como Ugalde lo que pretende es confundirnos asegura: “No hay ley económica, ni marxista, ni capitalista, que pueda evitar el desastre, si no la conciencia humana con sus valores de amor y de solidaridad…” Lindo lo que dice Luís, pero enseguida rectifica para recomendar que nos pongamos en manos “… del instinto de conservación inteligente, que ordena la economía como parte de una civilización para la vida humana global y personal.”

Quedar bien con Dios y con el diablo. Este Ministro del Señor lo intenta y hasta cierto punto lo logra, quizás pueda argumentar algún día cuando esté en presencia de Cristo: “Pero señor tu mismo tuviste que cuidarte de hablar mal de los ricos, tú no le pegaste a tu propia familia. Acuérdate Señor de tu tío José de Arimatea, que te financió incluso hasta la Última Cena y tú no dijiste ni pío contra él. ¿Entonces Señor, cómo pretendes que yo me meta con los poderosos?, ¿Señor, con los que nos mantienen alejados de la pobreza en la que tú sucumbiste?”

Trato de entender a este sufrido religioso que sólo invoca “una lógica distinta y complementaria a la del Mercado”, pero lamentablemente para él, es difícil de lograr. Debe ser porque estamos en el tiempo de las definiciones y las medias tintas dan lugar a desatinos.

No Luís, no puedes estar bien con Dios y con el demonio. Recuerdo en este momento una parodia que vi en un programa de la televisión inglesa, en donde de pronto se presenta sudoroso un cura delante del Papa y le comenta: “¡Su Santidad, Jesús ha regresado!”

Y el Papa saliendo del sopor replica: “¿Cuál Jesús, de quien me hablas?”

El religioso contesta: “¡De quién va a ser pues, de Jesús… Cristo!”

Entonces el Papa se levanta de su trono de oro puro y a viva voz responde: “¿Mier… ese Jesús?, ¡Rápido, esconde los anillos, descuelga las cortinas, quítame estas ropas!, ¡Vende el papamóvil y compra un Volkswagen!, ¡Que parezca que somos pobres que yo no quiero peos con ese señor!”

Definitivamente Luís, no se puede quedar bien con todos, más cuando sus intereses son contrapuestos. No se puede simular por mucho tiempo con hermosas palabras algo distinto a lo que en verdad se lleva en el alma. No se puede padre Ugalde, estar de parte de los oprimidos -por los que Cristo tanto abogó-, y a la vez compartir los principios morales de quienes los explotan. Para usted es lamentable.
*Nuevo Testamento. Mateo (19:24).