sábado, 4 de agosto de 2012

Yo soy uno de esos 4 millones de venezolanos que se acuestan sin comer

¡Búrlense si quieren! Yo lo sé, ustedes los chavistas sólo creen lo que les diga "el dictador de Miraflores", ese sátrapa sabanero que gobierna por twitter.
Yo sé que nadie le cree a nuestro candidato, pero ese descreimiento es el resultado de la manipulación maliciosa con que la KGB rusa y el G2 cubano les presentan las noticias a las hordas chavistas de resentidos y tierruos.
Aquí quien manda realmente es Fidel Castro y ese señor tiene años ocultándole a su pueblo que se está muriendo sin poder disfrutar de la libertad que a lo lejos, allá en Miami, a tan sólo 90 millas les muestran -nos enseñan-, los Estados Unidos. ¿Y cómo? ofreciéndoles como un trapo rojo el cuento ese de salud, educación, autodeterminación y dignidad, como si con eso uno pudiera entrar a un Mall y comprar.
Pero bueno, nuestro próximo emperador Enrique XIII -verdadero descendientes de reyes y por allá lejos, de refilón, en 8vo grado, de ese mestizo patilluo que mostró el tirano por supuesto en cadena nacional con el cuento de que es nuestro libertador…como si nosotros no supiéramos que los únicos que nos van a venir a liberar son los marines norteamericanos-, dio a conocer la cifra exacta de los venezolanos que nos acostamos sin dormir… digo sin comer y obviamente el régimen con el cinismo que lo caracteriza lo agarró de mamadera de gallo.
¡Es cierto, cuatro millones de venezolanos nos acostamos sin comer! Esto producto de las políticas desastrosas de esta dictadura Castrocomunistalulistacristinistamujiquistacorreistaevomoralista.
¿Cómo piensan ustedes los chavistas en comer cuando el desastre se nos viene encima?, ¿Es qué acaso sólo nosotros la gente pensante de “nuestra Venezuela” nos damos cuenta del peligro que corremos?
Este régimen nos pone a correr por todos lados buscando los alimentos hechos por nuestros empresarios que, serán carísimos y malos pero son hechos por los nuestros y lo que encontramos son tremendos pollos brasileños, exquisitas puntas uruguayas, excelentes cortes argentinos, ¡No, nos negamos a comprar esas maravillas! Y por ahí comienza nuestro ayuno.
Esta hambruna que ocasiona el déspota de Sabaneta, es compartida por los cuatro millones de compatriotas que nos acompañamos en cada jornada de bailoterapia organizada por nuestros líderes para tumbar al gobierno desde el paro petrolero de 2003 “¡Cómo te quiero Venezuela!”. Entonces si estamos pegando brinquitos en lycras…¿En qué momento vamos a pensar en cocinar?
No nos queremos parecer a esos marginales gordos y contentos que muestran en VTV a cada rato, en cada una de las caravanas con que el autócrata trata de engañarnos para que pensemos que ellos, que ustedes son muchos. Yo sé que esto lo van a leer exclusivamente ustedes los chavistas pero les digo algo, piensen en “nuestra Venezuela”e imagínenla como el paraíso en que la convertiría nuestro chocolate nuevo: Un Sambil en cada pueblo, una plaza Altamira en cada ciudad, para cada parroquia un Monseñor Porras, para cada Iglesia un padre Ugalde. Para cada traición un Ismael, un “gato”. Para cada estado un “pollo” o un Henry Falsón.
Mientras el tirano y sus conmilitones regalan los alimentos en las casa de alimentación nosotros forjaremos documentos militares para que esos tipos de uniforme a los que hace no mucho tiempo atrás les lanzábamos pantaletas y gallinas en las puertas de los cuarteles nos acompañen en nuestras arrecheras y voluntariamente dejen de comer. Por eso tenemos un candidato que le decimos “el flaquito”,“porque candidato gordo… es porque no camina”.
No nos gusta eso de Comandante-presidente, nuestro trato hacia Enrique -antes de que se amotine-, va a ser de Emperador-presidente, pues él es el único que, con el espíritu norteamericano que nos caracteriza, a tratado de anexionar nuevos países a “nuestra Venezuela” asediando y asaltando embajadas.
Aunque Enrique “ya no nos acompañe, porque sentimos que ni a ustedes ni a nosotros nos ha acompañado” como dijo nuestro prócer Alberto Federico, y se haya comido una empanada de esas que tiene carne por dentro nosotros nos mantendremos firmes en alcanzar nuestra meta de acostarnos sin comer… aunque en la noche algunos se atraganten de cachitos como nuestros muchachos manitos blancas. Y si no fuera tan marginal diríamos que nuestra meta es alcanzar la esbeltez de los habitantes de Biafra, pero nos contentamos con llegar a lucir las carnes o su ausencia de las modelos de La Cibeles.
Y cuando por inanición decido romper el ayuno resulta que las últimas latas de sardina que quedaban en toda Venezuela las compró Julio Borges y se las llevó para la Asamblea Nacional a no sé qué demostración.

No hay comentarios: