El estigma de Santander pende sobre la nación neogranadina. La sombra
de la oligarquía más rancia de toda la olla del Caribe oscurece la
franqueza y simpatía del pueblo llano colombiano. Sufre la hermana
república la esclavitud impuesta por las castas. Y aunque el presidente
Juan Manuel Santos es el último eslabón de la cadena, la anterior
argolla, esa pieza engastada en excremento resultó ser la joya de la
corona de la traición.
Álvaro Uribe Vélez ex presidente del
hermano país tiene un empepe, un pase de corriente con el Presidente
Chávez. Un empeño personal por desacreditarlo, por enlodar su gestión y
su imagen para evitar que presidente de los venezolanos le quite el
protagonismo.
Indiscutiblemente
el Presidente Chávez es un líder latinoamericano consolidado, su
accionar político, sus muestras de solidaridad internacional, su defensa
de las ideologías progresistas, el afecto sincero que expresa por los
más humildes y menesterosos ensombrece la mezquina y rastrera conducta
de Uribe Vélez.
Para la mayoría de los colombianos era un secreto
la cercanía de Álvaro Uribe Vélez con los capos del Cartel de Medellín
por eso lo llevaron a ocupar la presidencia de esa nación. Con esa cara
de monaguillo cachaco engañó y sigue engatusando a una gran cantidad de
incautos. Pablo Correa Arroyave, Gonzalo Rodríguez Gacha, Fabio Ochoa,
Pablo Escobar Gaviria y otros cuantos narcos, asesinos y delincuentes de
alta peligrosidad se encuentran entre los nombres de los amigos,
financistas y protectores de Álvaro Uribe Vélez a lo largo de su carrera
política.
“Tenía
tres opciones: Hacer las denuncias, quedarme callado y la otra opción
era un operativo militar en Venezuela… Me faltó tiempo” o algo parecido
acaba de declarar Álvaro Uribe frente a un grupo de estudiantes de la
Universidad Autónoma Latinoamericana en Medellín y casi de inmediato a
este lado de la frontera, compatriotas venezolanos le aplaudieron la
bravuconada. Oswaldo Álvarez Paz exprecandidato opositor, miembro de la
mal llamada “Mesa de la Unidad Democrática” e integrante del comando de
campaña del candidato Enrique Capriles Radonski lo justificó a viva voz.
A
dos años y medio de haber abandonado la casa de Nariño le ha faltado
tiempo a Uribe Vélez para ganarse la simpatía del gobierno
norteamericano…
Le faltó tiempo a Álvaro Uribe para arruinarle la
vida a cientos de miles de colombianos desplazados por la violencia
desatada por los paramilitares.
Le
faltó tiempo a Álvaro Uribe para abrirle las puertas de Colombia a
miles de mercenarios israelíes, agentes y soldados norteamericanos, a “contratistas” gringos y británicos.
Le
faltó tiempo a Álvaro Uribe para rociar a media Colombia con un diluvio
perpetuo de glifosato,
sustancia altamente toxica que le vendían sus amigotes de Monsanto,
ignorando las graves consecuencias ecológicas y humanas que como secuela
de su uso indiscriminado le traerán esos químicos al pueblo
neogranadino.
Le faltó tiempo a Álvaro Uribe para ordenar y
cometer más asesinatos… el Mono Jojoy, Alfonso Cano, Raúl Reyes, Julián
Conrado son algunos de los nombres que le deben retumbar en la
conciencia a ese señor cada vez que apoya la cabeza sobre su almohada.
Le
faltó tiempo a Álvaro Uribe para instalar otras bases militares
norteamericanas empañando la integridad territorial de Colombia y
comprometiendo la paz y el equilibrio regional suramericano.
Le faltó tiempo a Álvaro Uribe para desconocer
y apartar a Piedad Córdoba de su actividad de mediadora encaminada a
lograr la liberación de las personas retenidas por la guerrilla
colombiana y la paz verdadera para el pueblo colombiano.
Le
faltó tiempo a Álvaro Uribe para traicionar la confianza depositada por
el Presidente Chávez quien en su Papel de facilitador del proceso de
paz quiso hacer lo debido y lo mantuvo informado de sus acciones y
conversaciones con los cabecillas revolucionarios.
Le faltó tiempo a Álvaro Uribe para aceptar y cumplir las órdenes que le imponían desde Washington.
Le
faltó
tiempo a Álvaro Uribe para hollar el suelo de otras naciones
violentando las normas de buena vecindad entrando como Pedro por su casa
en 2005 hasta Caracas a “capturar” a Rodrigo Granda, o invadiendo
militarmente en 2008 a Ecuador y bombardeando cobardemente en Angostura
sector selvático fronterizo con Colombia a la población de Santa Rosa de
Yanamarú.
Le
faltó tiempo a Álvaro Uribe para impulsar a su hermano Santiago Uribe
Vélez, a sus primos Mario Uribe, Juan Diego y Carlos Alberto Vélez Ochoa
para que organizaran actividades relacionadas con el narcotráfico, con
la creación de los escuadrones de la muerte y con la ejecución de miles
de asesinatos.
Le faltó tiempo a Álvaro Uribe para crear otros
fosos de la muerte para llenar esas fosas comunes con los cuerpos de
miles de inocentes neogranadinos.
Le faltó tiempo a Álvaro Uribe para entregarse de pies y rabos a los brazos de George Walker Bush.
Le
faltó tiempo a Álvaro Uribe para sobrepasar el puesto número 82 entre
la lista de los narcotraficantes más buscados por sus amigos los
norteamericanos.
Le faltó tiempo a Álvaro Uribe para declararle la guerra a muerte a la paz para el pueblo colombiano.
Le
faltó tiempo a Álvaro Uribe para por intermedio Jorge Noguera Cotes
-exdirector del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS)-,
organizar la parapolítica neogranadina y posterior al proceso de
desmovilización firmar el Pacto de Ralito.
Le faltó tiempo a Álvaro Uribe para salvarles
el pellejo a su cuñada Dolly Cifuentes Villa y a su sobrina Ana María
Uribe Cifuentes detenidas por sus vinculaciones familiares con el
narcotráfico y con el Cartel de Sinaloa.
Le
faltó tiempo a Álvaro Uribe para continuar el genocidio por intermedio
de los asesinos de las Autodefensas Unidas de Colombia que el mismo
instituyó como su brazo armado.
Le
faltó tiempo a Álvaro Uribe para reunirse con Leopoldo López a
ofrecerle la panacea de la seguridad ciudadana: organizar razzias en
las barriadas pobres de todas las grandes ciudades para acabar
selectivamente con la población que le resultare “incomoda” al
gobernante aconsejado.
Le ha faltado tiempo a Álvaro Uribe para asesorar al candidato opositor Enrique Capriles Radonski.
En verdad lo que le ha faltado son
bolas a Álvaro Uribe Vélez para -en las ocasiones en las que ha tenido
en frente al Presidente Chávez-, decirle las cosas que a la distancia y a
través de los micrófonos se atreve a pronunciar y que son dolorosas infamias.
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