¡Los mayas resultaron ser unos grandísimos hijos de p…
majaderos!
Con el cuento ese de que el mundo se iba a acabar me
metieron en peos con mi mujer, con mi última exmujer, con mi primera exmujer, con
la suegra -¡con la actual, las anteriores me adoran!- con mis hijos, con los
vecinos, con mis padres…
Aprovechando lo inminente del fin del mundo me volví
loco, derrochador y sincero.
Como se advirtió con tiempo suficiente la fecha de
vencimiento de este mundo, aproveché para darle durísimo a las tarjetas de
crédito y las utilicé hasta borrarles la palomita del holograma. Las cosas más inútiles,
los objetos deseados en silencio, los lugares hasta donde no había llegado
fueron los objetivos de mi repentina desinhibición financiera.
Entré a los restaurantes pospuestos y ordené los
platillos soñados. Los acompañé con los caldos más exquisitos y los compartí
con las mujeres más deseadas.
A mi mujer le dije los últimos de noviembre que me
iba de mi casa y a mis ex esposas a final del mes ¡que le pidieran más real al
c…. de su madre!
A mis hijos les espeté que eran unos buenos para
nada. Al mayor le señalé que su música era una mierda, que el reguetón no era
ni música ni nada… al del medio que siguiera yendo al gimnasio que a falta de
cerebro bueno eran unos bíceps puyados. Y a mi hija -pobrecita mi niña-, le
saqué en cara que la virginidad peor perdida de la historia había sido la suya
al entregársela al mechudo sin futuro del novio que se había buscado.
A mi suegra le dije que era una gorda chismosa bigotuda
horrible y a mi mamá que sus hallacas eran un asco. A mi papá le mencioné que
era un tacaño y a mi hermano que se olvidara, que no le iba a pagar unos reales
que me había prestado.
Cuando bajaba con mi maleta desde el piso en que
vivimos entró en el ascensor la mujer del condominio a quien sin escatimar
adjetivos le mencioné lo escuálida que era, le grité: ¡Qué viva Chávez carajo!,
además de hacerle un resumen entre piso y piso de su patética actuación en el
cargo.
Me metí en peos con las señoras de los consejos
comunales que conversaban amenamente en la entrada del edificio, a las que les
reclamé a todo gañote lo corrupta que era la administración que ellas llevaban
de los recursos aportados por el estado y de pasapalo con la arrechera que
agarré al llegar a la esquina le tumbé la moto de un pataón a un tupamaro.
Le mandé una carta al director del colegio de los
muchachos en donde gráficamente y con ayuda de fotoshop le agregué una foto
carnet suya al lado de la definición de pusilánime.
Y al dueño del consorcio para el que trabajaba lo
acusé -en plena reunión de junta directiva- de recién vestido y le recordé con
lujo de detalles (pues llevo las cuentas de las empresas de su propiedad desde
hace años), sus orígenes de pata en el suelo que comprando funcionarios del
gobierno había amasado la fortuna que hoy exhibe.
Llegó el 21 de diciembre y como es evidente para
quien lee esto, no pasó nada de nada. Tuve que pedir perdón a cuantos pude y
por supuesto endeudado, limpio y desempleado le supliqué asilo a mi mujer que,
aunque sigue siendo mi esposa al igual que mis tres muchachos, no me habla.
Pude vender casi regaladas unas cuantas de las cosas
que en mi locura había comprado y con esos realitos adquirí los ingredientes
para las hallacas.
En una hoja prensada con un imán en la puerta de la
nevera ya que en casa nadie me dirige la palabra, dejé esta nota que hoy les muestro
como legado de mi locura y para que no crean en más vainas de esas que escribieron
los mayas:
“Yo
sé que va a ser difícil que olviden todas las cosas que les dije pero quiero
que sepan de mi inocencia, que todo esto fue culpa de los mayas.
El yate que compré ya lo embargaron y aunque ustedes
ni lo vieron, la casa está a punto de perderse hipotecada por culpa de esa
vaina, entraremos a 2013 encabezando la lista de los desahucios venezolanos. Los
diamantes que regalé a unas cuantas amiguitas ni el CICPC ha logrado recuperarlos
pero los tengo que terminar de cancelar y ahora que me encuentro desempleado…
es decir que al contrario de lo que sostenía Teodoro Petkoff las cosas están difíciles
y se pondrán más malas, así que vayan acostumbrándose a unas navidades vernáculas.
Ya como saben las hallacas están aseguradas pero si quieren
comer pernil este diciembre les recomiendo que se vayan bien temprano pa MERCAL
a hacer la cola para comprar unos tremendos jamones que están vendiendo allí bien
baratos.
El pino canadiense lo sustituiremos por uno plástico
de esos chinos de navidad que desde lejos y en las fotos pasan por naturales. De
adornos le pondremos bolas hechas con latas de aluminio y de cintas tiras de
sacos de esos en los que traen las zanahorias del páramo.
El pesebre si está facilito, con una Barbie vieja de
la niña como Virgen María y los J.I. Joe’s de los muchachos en plan de San José
y los Reyes Magos resolveremos el portal. Por la mula y el buey no se preocupen,
que el simpaticón del Benedicto XVI los eliminó este año de un plumazo. Las botas
de la chimenea las cambiaremos por alpargatas. Por muérdago colgaremos en el
umbral mastranto. Los duendes por momoyes y los renos por venados caramerudos. Las
uvas del 31 las cambiaremos por una docena de jobos o de icacos así se retuerza
en la tumba Andrés Eloy Blanco.
Las lentejas de la Noche Vieja podremos conservarlas
para que se vayan acostumbrando a encontrarle el gusto a las proteínas escondidas
en los granos. Sin llegar a lo exótico del vegetarianismo pero debido a lo caro
de las verduras y de las hortalizas tendrán que adaptarse a una dieta omnívora,
es decir casi igual a la del cerdo. Las maletas con las que salen ustedes
desaforados a dar vueltas por las calles de la urbanización tendrán que
cambiarlas por los manares que les puso su mamá a las matas en la base o con el
arcón que está en la sala y la ropa interior amarilla la remplazarán por guayucos
coloreados con achote bolivariano.
Como vieron ya no hubo regalos bajo el arbolito ni
esperen aguinaldos. Los reyes también se jodieron y de Carnavales y Semana Santa
¡váyanse olvidando!.
La matrícula de la UCAB está en pico de zamuro…
total llevo años pagándole los estudios al mayorcito y ni siquiera la constancia
de notas del primer año me ha mostrado. Los otros dos ¡Prueba OPSU, UNEFA y
Canaima, que se vayan acostumbrando!
Una cosa más. Les pido -si no me quieren ver muerto-,
que no pongan, nunca más por nada del mundo, el programa del Arquitecto de Sueños
que pasan en la televisión en las mañanas, porque si escucho alguna vez más
otra predicción me lanzaré desde el balcón y el puesto de la camioneta que es
lo único propio que nos queda está justo abajo.”