domingo, 30 de diciembre de 2012

Navidad Vernácula


¡Los mayas resultaron ser unos grandísimos hijos de p… majaderos!
Con el cuento ese de que el mundo se iba a acabar me metieron en peos con mi mujer, con mi última exmujer, con mi primera exmujer, con la suegra -¡con la actual, las anteriores me adoran!- con mis hijos, con los vecinos, con mis padres…

Aprovechando lo inminente del fin del mundo me volví loco, derrochador y sincero.

Como se advirtió con tiempo suficiente la fecha de vencimiento de este mundo, aproveché para darle durísimo a las tarjetas de crédito y las utilicé hasta borrarles la palomita del holograma. Las cosas más inútiles, los objetos deseados en silencio, los lugares hasta donde no había llegado fueron los objetivos de mi repentina desinhibición financiera.

Entré a los restaurantes pospuestos y ordené los platillos soñados. Los acompañé con los caldos más exquisitos y los compartí con las mujeres más deseadas.

A mi mujer le dije los últimos de noviembre que me iba de mi casa y a mis ex esposas a final del mes ¡que le pidieran más real al c…. de su madre!

A mis hijos les espeté que eran unos buenos para nada. Al mayor le señalé que su música era una mierda, que el reguetón no era ni música ni nada… al del medio que siguiera yendo al gimnasio que a falta de cerebro bueno eran unos bíceps puyados. Y a mi hija -pobrecita mi niña-, le saqué en cara que la virginidad peor perdida de la historia había sido la suya al entregársela al mechudo sin futuro del novio que se había buscado.

A mi suegra le dije que era una gorda chismosa bigotuda horrible y a mi mamá que sus hallacas eran un asco. A mi papá le mencioné que era un tacaño y a mi hermano que se olvidara, que no le iba a pagar unos reales que me había prestado.

Cuando bajaba con mi maleta desde el piso en que vivimos entró en el ascensor la mujer del condominio a quien sin escatimar adjetivos le mencioné lo escuálida que era, le grité: ¡Qué viva Chávez carajo!, además de hacerle un resumen entre piso y piso de su patética actuación en el cargo.

Me metí en peos con las señoras de los consejos comunales que conversaban amenamente en la entrada del edificio, a las que les reclamé a todo gañote lo corrupta que era la administración que ellas llevaban de los recursos aportados por el estado y de pasapalo con la arrechera que agarré al llegar a la esquina le tumbé la moto de un pataón a un tupamaro.

Le mandé una carta al director del colegio de los muchachos en donde gráficamente y con ayuda de fotoshop le agregué una foto carnet suya al lado de la definición de pusilánime.

Y al dueño del consorcio para el que trabajaba lo acusé -en plena reunión de junta directiva- de recién vestido y le recordé con lujo de detalles (pues llevo las cuentas de las empresas de su propiedad desde hace años), sus orígenes de pata en el suelo que comprando funcionarios del gobierno había amasado la fortuna que hoy exhibe.

Llegó el 21 de diciembre y como es evidente para quien lee esto, no pasó nada de nada. Tuve que pedir perdón a cuantos pude y por supuesto endeudado, limpio y desempleado le supliqué asilo a mi mujer que, aunque sigue siendo mi esposa al igual que mis tres muchachos, no me habla.

Pude vender casi regaladas unas cuantas de las cosas que en mi locura había comprado y con esos realitos adquirí los ingredientes para las hallacas.

En una hoja prensada con un imán en la puerta de la nevera ya que en casa nadie me dirige la palabra, dejé esta nota que hoy les muestro como legado de mi locura y para que no crean en más vainas de esas que escribieron los mayas:

            “Yo sé que va a ser difícil que olviden todas las cosas que les dije pero quiero que sepan de mi inocencia, que todo esto fue culpa de los mayas.

El yate que compré ya lo embargaron y aunque ustedes ni lo vieron, la casa está a punto de perderse hipotecada por culpa de esa vaina, entraremos a 2013 encabezando la lista de los desahucios venezolanos. Los diamantes que regalé a unas cuantas amiguitas ni el CICPC ha logrado recuperarlos pero los tengo que terminar de cancelar y ahora que me encuentro desempleado… es decir que al contrario de lo que sostenía Teodoro Petkoff las cosas están difíciles y se pondrán más malas, así que vayan acostumbrándose a unas navidades vernáculas.

Ya como saben las hallacas están aseguradas pero si quieren comer pernil este diciembre les recomiendo que se vayan bien temprano pa MERCAL a hacer la cola para comprar unos tremendos jamones que están vendiendo allí bien baratos.

El pino canadiense lo sustituiremos por uno plástico de esos chinos de navidad que desde lejos y en las fotos pasan por naturales. De adornos le pondremos bolas hechas con latas de aluminio y de cintas tiras de sacos de esos en los que traen las zanahorias del páramo.

El pesebre si está facilito, con una Barbie vieja de la niña como Virgen María y los J.I. Joe’s de los muchachos en plan de San José y los Reyes Magos resolveremos el portal. Por la mula y el buey no se preocupen, que el simpaticón del Benedicto XVI los eliminó este año de un plumazo. Las botas de la chimenea las cambiaremos por alpargatas. Por muérdago colgaremos en el umbral mastranto. Los duendes por momoyes y los renos por venados caramerudos. Las uvas del 31 las cambiaremos por una docena de jobos o de icacos así se retuerza en la tumba Andrés Eloy Blanco.

Las lentejas de la Noche Vieja podremos conservarlas para que se vayan acostumbrando a encontrarle el gusto a las proteínas escondidas en los granos. Sin llegar a lo exótico del vegetarianismo pero debido a lo caro de las verduras y de las hortalizas tendrán que adaptarse a una dieta omnívora, es decir casi igual a la del cerdo. Las maletas con las que salen ustedes desaforados a dar vueltas por las calles de la urbanización tendrán que cambiarlas por los manares que les puso su mamá a las matas en la base o con el arcón que está en la sala y la ropa interior amarilla la remplazarán por guayucos coloreados con achote bolivariano.

Como vieron ya no hubo regalos bajo el arbolito ni esperen aguinaldos. Los reyes también se jodieron y de Carnavales y Semana Santa ¡váyanse olvidando!.

La matrícula de la UCAB está en pico de zamuro… total llevo años pagándole los estudios al mayorcito y ni siquiera la constancia de notas del primer año me ha mostrado. Los otros dos ¡Prueba OPSU, UNEFA y Canaima, que se vayan acostumbrando!

Una cosa más. Les pido -si no me quieren ver muerto-, que no pongan, nunca más por nada del mundo, el programa del Arquitecto de Sueños que pasan en la televisión en las mañanas, porque si escucho alguna vez más otra predicción me lanzaré desde el balcón y el puesto de la camioneta que es lo único propio que nos queda está justo abajo.”

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