sábado, 19 de junio de 2010

¿Yes, we can?

A veces -la mayor parte del tiempo podríamos asegurar-, los mandatarios de cualquier signo, aun los más progresistas ven frustradas sus buenas, sus mejores intenciones, pues el sistema oculta detrás de un cuidado decorado, una serie de mecanismos que responden sólo a los designios de los Poderosos.
Y cuando hablamos de Poderosos lo hacemos calzándole la mayúscula en aras de enfatizar el poder que ellos atesoran. Ya no responden a grupos locales ni a países, representan intereses supranacionales, encarnan el espíritu de las Corporaciones Transnacionales.
Entonces se entiende por qué no sirven para nada los niveles de aceptación que hayan podido alcanzar los aspirantes a dirigir el destino de las Naciones, de nada valen los índices de popularidad otorgados por los pueblos a sus Presidentes. La mano negra del Poder bajo las sombras, el imperio del dinero es quien realmente establece las normas.
Más allá de los hombres, las Corporaciones Multilaterales dictan hacia dónde se tuerce el destino de los países. Así fue como Barack Obama asumió la presidencia de la Unión Americana impulsado por una consigna convertida en jingle, ¡Yes, we can! Ideada para estimularle la esperanza a una nación decepcionada, anhelante de cambios… de justicia, pero al mismo tiempo concebida para que al final no pasara nada. Es la versión publicitaria de una explosión controlada.
Aceptado por el Establishment que, desesperado, buscaba cambiarle la cara a sus desmanes, encarnados por la catástrofe viviente que significó tener a George Walker Bush al mando, impulsaron la candidatura de un líder carismático pero alejado de la imagen por antonomasia del WASP siglas inglesas para “blanco, anglosajón y protestante”, herencia eurocéntrica que domina el mundo sustentada en un aparato ideológico que infiltra todos los rincones del orbe y que convence a los desclasados de su particular pertenencia a estos grupos dominantes; que hacen exclamar a un cholo del altiplano que él es hermoso y que los que acompañan a Evo Morales son todos unos indios horrorosos, buenos para nada. Que logran sin trauma aparente que un negrito de Catia le diga mono a Chávez sin que ni el reflejo en el espejo desmienta las ínfulas de WASP que pueda albergar ese hipotético conciudadano.
Como toda religión, la ideología WASP también tiene sus profetas, expertos en todos los temas cercanos a la humanidad, salvadores “al servicio de los más altos intereses del pueblo”, ese mismo que les debe pagar sus sacrificios con sumisión, entregándoles su vocería y convirtiéndolos en sus “Representantes”; cuenta con sus sacerdotes que pontifican desde sus púlpitos mediáticos todas las mañanas, ungiendo a quienes les siguen y excomulgando y sometiendo al escarnio público a quienes osen contrariarlos. Posee además este culto sus propios pastores, muy cercanos al rebaño sensible, susceptible a ser conducido por las praderas del oprobio, sucumbiendo a la conseja de que “el fin se acerca” y que el anticristo en vez del 666 tiene una verruga en la frente.
La feligresía disociada no entiende de donde en realidad provienen los tiros y sucumbe en el fuego cruzado defendiendo a su opresor, como vimos en días recientes: Empleados de una cervecera defendiendo a quienes los han explotado a ellos como mano de obra desechable y quienes de paso los envilecen ahogándolos en el alcohol que ellos mismos fermentan.
Así pues le pasó a Obama, no más trató de cumplir algunas de las cosas que en su cancioncita pegajosa prometió impulsar. Lo bloquearon los halcones cuando trató de modificar la seguridad social de su país. Lo mismo le ocurrió con su postura ante la guerra, así le sucede con el tema de las relaciones con su patio trasero, en fin así tendrá que culminar su periodo, preso de las Corporaciones que verdaderamente manejan la economía, la política y el destino de la nación de las barras y las estrellas.
A esos mismos poderes se enfrenta diariamente el Presidente Chávez. Y sin tener que utilizar el revolucionómetro ideado por Roberto Hernández Montoya (1), fácilmente podemos esclarecer hasta qué punto está gobernando verdaderamente el Comandante.
Hablo de lo que conozco y por eso me remito a mi entorno. En donde yo vivo, el Gobernador del estado es Copeyano, en los actos públicos habla como revolucionario, pero cuando le toca proceder actúa como socialcristiano, no abandona los reflejos que cultivó durante sus años mozos en los cuales militó en las huestes de la Democracia Cristiana Universitaria. ¿Qué importaría si lo fuera, si realmente sirviera para algo?. Ahí tenemos a Roy Chaderton que jamás ha abjurado de su condición política previa a entrar a cumplirle servicios al estado Revolucionario pero, ¿Quién mejor que él ha sabido defender a Venezuela en los foros internacionales?
El Alcalde de mi ciudad, proviene también de lo más rancio del Copeyanato, ni para que detenerme a explicar que con ese no contamos. El Rector de la Universidad es Adeco y por lo tanto la dirección de la institución con más peso en la comarca responde a una política oposicionista que no mira ni mide el daño que le causa a una Casa de Estudios más que Bicentenaria.
El Decano de mi Facultad, la Directora de escuela, los Jefes de Departamento, todos sin excepción abiertamente se oponen a las políticas revolucionarias y está bien, que lo hagan, están en todo su derecho. Lo malo de esto estriba en que usan los recursos de la institución para desestabilizar, para seguir conspirando.
En todos estos años de Revolución, la Corporación de Salud y todos los directores del hospital donde trabajo -todos sin excepción-, han sido en el pasado adecos o copeyanos, algunos cumplieron como no, con sus respectivas pasantías por la izquierda, aquella de cafetines, de Unicornio Azul, de “Sólo se mojaron…”, de estudios en la Universidad Patricio Lumumba, de peregrinaciones a la Habana, en fin, la que al final del camino… se da vida de catedrático apoltronado, pero que como el buen hijo permanecen dispuestos a volver al blanco hogar del que salieron en el momento menos esperado. Restalla en el aire la conseja “Adeco es adeco hasta que se muere”. Pero pudiéramos aplicárselo también a los copeyanos. El resultado de estas gestiones, ingentes cantidades de dinero sustraído, desviado, desaparecido y los hospitales en pésimo estado. Las enfermedades presuntamente erradicadas surgiendo con fuerza por todos lados, las citas para los pacientes humildes se otorgan para el próximo año. La deuda social del sector salud en vez de disminuir aumenta y las autoridades… bien gracias, no deja de sorprendernos su descaro.
Además de la gran debilidad que poseemos en los cuadros “dirigenciales” de los estados en los que hipotéticamente manda el Proceso, disfrutamos asimismo de nuestra ración de aquello que los viejos comunistas bautizaron como lumpen revolucionario, y estos compañeritos básicos hasta el hartazgo, se convierten en “instrumento ciego de su propia destrucción”. Se transforman en “custodios” asalariados de personas que quieren hacer el negocio del siglo vendiéndole al gobierno terrenos que ellos saben no son aptos para la construcción de viviendas ni de nada, bien porque están cercanos a zonas protectoras de acuíferos, por qué están ubicadas en zonas de alto riesgo, por qué forman parte de parques nacionales, o de ABRAE’s, o bien porque sus dimensiones no dan para albergar tantas esperanzas juntas ni siquiera en superbloques. Pero los compañeritos se vuelven comparsas para ver que obtienen en ese festín de dádivas en que se ha transfigurado algo que debería haber conducido a solucionar el déficit de viviendas que como lastre, pesa sobre nuestra sociedad desde la época en que Caldera prometía construir “cien mil casitas por año”.
Intentan estos flamantes compañeritos “revolucionarios”, manifestaciones que cumplen rigurosamente con su horario -“en la mañana de 8 a 12, suspensión para ir a almorzar al comedor universitario, de 2 a 5 en la tarde por que hay que restar una hora de las 8 respectivas ya que no nos pagan cesta ticket ni ninguna clase de incentivo para quedarnos y de paso después de esa hora, se vuelve difícil agarrar camionetica para llegar a tiempo de cena al comedor”-, protestas que se suspenden el viernes sobre todo si ese día coincide con la inauguración de un mundial y que protagonizan mayoritariamente, muchachitos que se cubren puerilmente el rostro con la franelita azul celeste de tanto bachillerato.
Por fortuna Chávez cuenta con el pueblo. Y mientras ese pueblo esté a su lado, sólo por ese inmenso detalle, las esperanzas de reivindicación, de igualdad, de justicia que simboliza este Proceso no se perderán sin dar batalla. Infiltrado como está el estamento gubernamental hasta los tuétanos, rodeado por mil extraños que sólo piensan en engolosinarse con las arcas del estado, le toca sobrevivir al Presidente y salir bien librado de entre tanta ineptitud y desgano. Para ello cuenta con el Pueblo que si puede encarnar el grito solidario ¡Si, nosotros podemos!, ¡Presidente, cuente con nosotros!

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