¡Tan tranquilo que venía yo vale! Relajado y bronceadito. Yo, que no le hago mal a nadie y vienes tú carajito…. a sabotearme la vaina.
Siempre he sido un hombre discreto al que le gustan los buenos tragos y el oficio de titiritero. Cuando seguramente tú no habías nacido, a ver… ¿Qué hacía yo cuando el gobierno de Carlos Andrés Pérez? ¡Ah ya sé…. aprendía a saltar charcos! De allí viene mi afición a brincar de Maiquetía a San Juan… de Puerto Rico, con la ayuda de un avioncito… claro.
No recuerdo bien pero creo que siempre he tratado de aprender de mis jefes y de mis mayores. Y… déjame recordar, cuando tú todavía eras sólo un crío…. ¿Qué hacía yo cuando gobernaba Lusinchi? ¡Ya!... Entendí lo necesario que era tener un buen dominio del dedo índice. Sobre todo para enfrentarme a los muchachitos cagatinta como tú, que quieran pasarse de vivos. Su uso me recomendó Jaimito, siempre debe ir acompañado de algún tipo de amenaza velada o explícita del tipo: “¡Tú a mí no me jodes!”.
¡Qué tiempos aquellos! Cuando tú no llegabas ni a adolescente, cuando eras un salserín, me apliqué a la idea de saborear el poder, de a poquitico. Estudié, repasé, y en un curso avanzado, asimilé el significado de echarle tierrita a los problemas, generando cortinas de humo que distrajeran hasta a los más aguzados. Como en el caso de los “yises”, el de la urbanización Juan Pablo II, o en el de las andadas de Blanca la amante-secretaria o la secretaria-abogado. Como sea, ya eso me resbala.
Déjame pensar… cuando tú todavía no te habías graduado de periodista si es que eso fue lo que estudiaste en la Bolivariana… ¿Qué hacía yo en Miraflores en el año 2003 como pa’el 11 de abril?
¡Coño…. cómo se me escapan vainas!, ¡Que memoria la mía pana! Pero bueno, por donde iba… Eso, seguro, es producto de los momentos de reflexión en beneficio de la gente que acostumbro tener a cada rato.
Cuando tú me sorprendiste Carvajalino venía yo distraído, pensando, entregado a mis cavilaciones más profundas…. “Si a algo había que cargarlo con calorías y colesterol… ¿Por qué Díos no escogió el brócoli y se antojó de ponerle todas esas porquerías a los helados?... ¿Por qué la personas que roncan siempre son las primeras en quedarse dormidas?... ¿Por qué las mamás de telenovela siempre aparentan ser sólo un año mas viejas que sus hijas? ¿Por qué, por qué, por qué?
Y llegas tú Carvajalino amenazándome, con el micrófono en la mano como si me lo fueras a zampar por la jeta, ¿Qué querías que hiciera? Me pusiste sensible chamo…Tú sabes que yo soy un hombre delicado.
Yo sé bien que un consejo siempre ha sido un regalo incierto, pero Carvajalino coño… ¡acéptame uno vale!
Así con ese estilacho tuyo no vas a llegar a ningún lado. ¿Tú crees que comportándome de esa manera con los poderosos fue que yo llegué a Presidente de Venezolana de Televisión chamo?
¡No mí pana! Yo sé… está bien, los hechos son obstinados, y pareciera que yo andaba con la parranda de pendejos esos, con los que tú me viste llegar al aeropuerto y pareciera además que andábamos conspirando, pero no es así mi llave.
A esos tipos yo no los conozco, es más casi ni les dirijo la palabra. Lo que pasó fue que yo para desestresarme me fui un ratico hasta el hotel La Concha y estando allí, tuve que ayudar a un tal señor John Patrick un gringo muy simpático, que no sabía como ordenar la comida en español y como yo medio machuco el inglés, me ofrecí cortésmente a auxiliarle ¿ves?
No es lo que tu piensas Carvajalino, a Borges, Planas, Barboza y Ramos me los tuve que calar ¡por lo decente que yo soy pana! Estaba yo fajao en mi papel de interprete cuando los tipos al ver que el gringo y yo gozábamos una bola bebiendo del escocés mayor de edad, se pegaron como garrapatas y cuando ya estaban un poco paloteaos, comenzaron con una vaina, con una sola habladera de paja que, parecía de verdad, que estábamos conspirando.
¿Pero tú en serio Carvajalino, vas a creer que yo estoy involucrado en golpes y planificación de asonadas? ¿Ves por qué es que yo me arrecho contigo?
¡Después no quieres que yo te ofrezca un carajazo! Y encima me dices Palangrista….
¡Palangrista es el coño’e tu madre! Disculpa hermano que te lo vuelva a decir, eso fue un arrebato. Tú sabes que la peor quiebra es la pérdida del entusiasmo y yo Carvajalino soy más que un borracho, un entusiasta empedernido.
Pero hagamos una vaina vale. Tú no me vuelves a llamar Palangrista y yo, te lo prometo, no te vuelvo a sacar la madre. ¿Ta pago? ¡Si va pues!
Eso sí… se más original vale. ¡Y que los cuatro fantásticos! ¿Y dónde me metes a mí? ¿Y en dónde queda el gringo? ¡Pa eso nos hubieras dicho El Gran Combo de Puerto Rico!
Acuérdate siempre de esto Carvajalino “Fama y dinero no cambian al Hombre, simplemente lo muestran tal como es”. Discúlpame viejito… la próxima vez no me dejo retratar con esos chapuceros de mier… Chávez no se va a enterar de que lado lo han golpeado, te lo juro.
Y aunque me hayan recomendado que me cuide, mejor aplico lo que me enseñaron… lanzo la bola esa de los 57.000.000.000 de $ que Chávez ha regalado y apago el peo en que me metiste con la entrevista sorpresa esa que me mandaste. Ya lo sé rectificar es de sabios… pero errar (otra vez) es de Humanos.
Siempre he sido un hombre discreto al que le gustan los buenos tragos y el oficio de titiritero. Cuando seguramente tú no habías nacido, a ver… ¿Qué hacía yo cuando el gobierno de Carlos Andrés Pérez? ¡Ah ya sé…. aprendía a saltar charcos! De allí viene mi afición a brincar de Maiquetía a San Juan… de Puerto Rico, con la ayuda de un avioncito… claro.
No recuerdo bien pero creo que siempre he tratado de aprender de mis jefes y de mis mayores. Y… déjame recordar, cuando tú todavía eras sólo un crío…. ¿Qué hacía yo cuando gobernaba Lusinchi? ¡Ya!... Entendí lo necesario que era tener un buen dominio del dedo índice. Sobre todo para enfrentarme a los muchachitos cagatinta como tú, que quieran pasarse de vivos. Su uso me recomendó Jaimito, siempre debe ir acompañado de algún tipo de amenaza velada o explícita del tipo: “¡Tú a mí no me jodes!”.
¡Qué tiempos aquellos! Cuando tú no llegabas ni a adolescente, cuando eras un salserín, me apliqué a la idea de saborear el poder, de a poquitico. Estudié, repasé, y en un curso avanzado, asimilé el significado de echarle tierrita a los problemas, generando cortinas de humo que distrajeran hasta a los más aguzados. Como en el caso de los “yises”, el de la urbanización Juan Pablo II, o en el de las andadas de Blanca la amante-secretaria o la secretaria-abogado. Como sea, ya eso me resbala.
Déjame pensar… cuando tú todavía no te habías graduado de periodista si es que eso fue lo que estudiaste en la Bolivariana… ¿Qué hacía yo en Miraflores en el año 2003 como pa’el 11 de abril?
¡Coño…. cómo se me escapan vainas!, ¡Que memoria la mía pana! Pero bueno, por donde iba… Eso, seguro, es producto de los momentos de reflexión en beneficio de la gente que acostumbro tener a cada rato.
Cuando tú me sorprendiste Carvajalino venía yo distraído, pensando, entregado a mis cavilaciones más profundas…. “Si a algo había que cargarlo con calorías y colesterol… ¿Por qué Díos no escogió el brócoli y se antojó de ponerle todas esas porquerías a los helados?... ¿Por qué la personas que roncan siempre son las primeras en quedarse dormidas?... ¿Por qué las mamás de telenovela siempre aparentan ser sólo un año mas viejas que sus hijas? ¿Por qué, por qué, por qué?
Y llegas tú Carvajalino amenazándome, con el micrófono en la mano como si me lo fueras a zampar por la jeta, ¿Qué querías que hiciera? Me pusiste sensible chamo…Tú sabes que yo soy un hombre delicado.
Yo sé bien que un consejo siempre ha sido un regalo incierto, pero Carvajalino coño… ¡acéptame uno vale!
Así con ese estilacho tuyo no vas a llegar a ningún lado. ¿Tú crees que comportándome de esa manera con los poderosos fue que yo llegué a Presidente de Venezolana de Televisión chamo?
¡No mí pana! Yo sé… está bien, los hechos son obstinados, y pareciera que yo andaba con la parranda de pendejos esos, con los que tú me viste llegar al aeropuerto y pareciera además que andábamos conspirando, pero no es así mi llave.
A esos tipos yo no los conozco, es más casi ni les dirijo la palabra. Lo que pasó fue que yo para desestresarme me fui un ratico hasta el hotel La Concha y estando allí, tuve que ayudar a un tal señor John Patrick un gringo muy simpático, que no sabía como ordenar la comida en español y como yo medio machuco el inglés, me ofrecí cortésmente a auxiliarle ¿ves?
No es lo que tu piensas Carvajalino, a Borges, Planas, Barboza y Ramos me los tuve que calar ¡por lo decente que yo soy pana! Estaba yo fajao en mi papel de interprete cuando los tipos al ver que el gringo y yo gozábamos una bola bebiendo del escocés mayor de edad, se pegaron como garrapatas y cuando ya estaban un poco paloteaos, comenzaron con una vaina, con una sola habladera de paja que, parecía de verdad, que estábamos conspirando.
¿Pero tú en serio Carvajalino, vas a creer que yo estoy involucrado en golpes y planificación de asonadas? ¿Ves por qué es que yo me arrecho contigo?
¡Después no quieres que yo te ofrezca un carajazo! Y encima me dices Palangrista….
¡Palangrista es el coño’e tu madre! Disculpa hermano que te lo vuelva a decir, eso fue un arrebato. Tú sabes que la peor quiebra es la pérdida del entusiasmo y yo Carvajalino soy más que un borracho, un entusiasta empedernido.
Pero hagamos una vaina vale. Tú no me vuelves a llamar Palangrista y yo, te lo prometo, no te vuelvo a sacar la madre. ¿Ta pago? ¡Si va pues!
Eso sí… se más original vale. ¡Y que los cuatro fantásticos! ¿Y dónde me metes a mí? ¿Y en dónde queda el gringo? ¡Pa eso nos hubieras dicho El Gran Combo de Puerto Rico!
Acuérdate siempre de esto Carvajalino “Fama y dinero no cambian al Hombre, simplemente lo muestran tal como es”. Discúlpame viejito… la próxima vez no me dejo retratar con esos chapuceros de mier… Chávez no se va a enterar de que lado lo han golpeado, te lo juro.
Y aunque me hayan recomendado que me cuide, mejor aplico lo que me enseñaron… lanzo la bola esa de los 57.000.000.000 de $ que Chávez ha regalado y apago el peo en que me metiste con la entrevista sorpresa esa que me mandaste. Ya lo sé rectificar es de sabios… pero errar (otra vez) es de Humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario