martes, 18 de noviembre de 2008

Carta Abierta al Ingeniero Eudomar Santos


(Jefe de Mantenimiento Vial de la Alcaldía de Libertador-Mérida)





Aunque se que usted no me conoce Ingeniero, me atrevo a dirigirle esta carta abierta para plantearle algunas inquietudes y unas cuantas incomodidades, que han generado en nosotros los merideños, algunos de los proyectos y actividades que lleva a cabo su despacho.
Primero que nada, permítame felicitarlo. ¡Usted es el vivo ejemplo de cómo la gente estudiando puede echar para adelante carajo! ¿Quién lo iba a pensar?: De actor de telenovelas a director -tal vez Presidente- de un instituto municipal. Yo a Ud. si lo recuerdo Ingeniero, desde mucho antes de que su persona ocupara ese cargo.
Fácilmente llegan a mi memoria escenas de cuando usted trabajaba, muy joven y aún sin graduarse, en aquella telenovela de la desaparecida RCTV que tuvo tanto éxito denominada: Por Estas Calles.
El titulo de esa novela llena de remembranzas la cabeza de cada uno de los venezolanos que engrosamos las filas de lo que de manera condescendiente denominan ahora Adultos Contemporáneos. Para no decirnos viejos en la cara, ud sabe.
El recuerdo de los 90´s se llena con imágenes suyas persiguiendo a Eloina Rangel, aquella morenaza de ojos verdes que nos hacía soñar despiertos todas las noche a golpe de 9 desde el 92 hasta 1994.
¡Que tiempos aquellos Ingeniero!, ¿recuerda?, fue tan grande su éxito que hasta la influyente revista Rollig Stones los colocó en el 8vo lugar entre los 100 mejores programas de todos los tiempos de la televisión americana (¡la gringa incluida!).
¡Que tiempos aquellos Ingeniero!, se lo repito. Fue la época en que el Hombre de La Etiqueta atemorizaba a los malandros y los libretos de Ibsen Martínez aterrorizaban noche tras noche al inefable Carlos Andrés Pérez ¿Usted lo recuerda, verdad Ingeniero?
Fue la primera vez que una telenovela se ocupaba de mostrar las condiciones paupérrimas en las que fluye la vida de gran parte de la población venezolana. Los barrios de Caracas, cerros repletos de ranchos, hicieron de telón de fondo para que se derrumbara el mito de la riqueza absoluta de la nación venezolana.
Tanto los más humildes como los integrantes de las clases media y alta se miraban retratados en esa trama, y mientras avanzaba la historia temas tan escabrosos como el tráfico de drogas o la corrupción gubernamental mostraban su cara por entre los intersticios del argumento.
Como olvidar su más famosa sentencia: Como vaya viniendo vamos viendo. Pero esa máxima suya Ingeniero aplicada a la vialidad ha conducido al caos.
Me imagino que usted cursó sus estudios en alguna universidad venezolana, tal vez bolivariana, quizás concluyó el bachillerato en alguna misión, no lo sé Ingeniero; pudiera posiblemente haberse formado en el extranjero como lo hicieron tantos profesionales “imprescindibles”, como aquellos botados de PDVSA por haberse sumado al paro golpista. Probablemente sea por eso que tiene esa forma tan poco ortodoxa de programar y ejecutar sus actividades. Lo cierto es que fiel a su filosofía, el accionar de su gestión al frente de la oficina que proyecta y administra la vialidad del municipio ha generado más molestias que agrados.
Usted Ingeniero ha trabajado duro, me consta. Todas las horas productivas de mi vida que he perdido atrapado en una soberana cola me lo han confirmado. Pero hasta ahora, no había entendido bajo que principios se planificaban los trabajos de reparación de nuestras calles y avenidas. No logré discernirlo hasta que me enteré de que usted estaba a cargo.
En serio Ingeniero, jamás comprendí por qué comenzaron los arreglos por las calles menos transitadas. Y así el asfalto estuviera bueno, hasta ellas llegaba su eficiencia en el trabajo. Usted no me lo va a creer pero, jamás les hice caso a los jodedores de siempre que decían que era para que el asfalto de mala calidad utilizado no se levantara tan rápido. Carente de su sabiduría, no lograba dilucidar el por qué no cerraban toda una avenida del centro y se concentraban en arreglarla, en vez de abrir huequitos en todas las calles posibles al unísono, haciendo imposible desplazarse por el casco central de una ciudad de por sí congestionada.
Me costó entender Ingeniero como fue posible que luego de asfaltar completa la avenida Los Próceres, la rompieran de nuevo a los pocos días para sustituir tuberías que, por el crecimiento poblacional resultaban insuficientes y ya habían colapsado.
Me imagino Ingeniero que usted al menos tiene que opinar en cuanto al desarrollo de los trabajos de construcción del Trole, y que es además su oficina la que planifica la eficiente campaña informativa que nos indica las vías alternas que tenemos que tomar para eludir las trancas que producen dichos trabajos.
Entiendo que usted como todos nosotros está esperanzado en que el Trole va a solucionar el problema del transporte público y que es por eso que, aunque sea un proyecto heredado de la cuarta república, respalda la construcción de un sistema que de entrada en vez de generar nuevas vías, se roba el espacio de las que ya estaban.
Pero de verdad Ingeniero eso no es nada, el suceso que me motiva a dirigirle esta misiva pública, ha sido las labores de asfaltado que se llevan a cabo en la parte alta de la avenida Las Américas, a la altura de Albarregas, cerca de la entrada noreste a la ciudad (para que entiendan los turistas).
Me imagino Ingeniero que su especialidad no es precisamente la vialidad y el asfaltado, pero su buena intención lo mueve y usted seguramente ha pensado: “¿Por qué a nadie se le ha ocurrido tapar las cunetas laterales esas que tienen todas las calles? ¿Por qué le dejan ese forma jorobada a la calzada en vez de poner la vía planita? ¡Que brutos han sido estos colegas ingenieros cuartorrepublicanos!, pero tranquilos yo resuelvo esos años de dependencia y atraso”.
Mire mi querido Ingeniero, el fenómeno de la vialidad ya ha sido requetestudiado, ¿no ve que todas las ciudades, pueblos o caseríos que aparecen en el mapa tienen la mala costumbre de poseer caminos asfaltados? Yo sé que usted es un hombre preocupado. Le recomiendo mi querido amigo que se compre algunos de los libritos que tratan este tema tan complicado y se los lea. Así dejarán las malas lenguas de estar vituperando de su gestión en cuanto cafetín les deja espacio para la tertulia de la tarde.
Ya se lo dije antes, yo a usted le tengo un gran aprecio, por eso me preocupan los comentarios malsanos. Usted es un hombre cuatriboleado, y aunque su gestión me hace recordar la de alcaldes anteriores, no me gusta que digan tantas cosas suyas. Por eso le escribo este mensaje. Cuídese Ingeniero que la gente es muy envidiosa.
Sin ningún otro particular al cual hacer referencia, se despide de Usted. Atentamente: el arriba firmante.

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