lunes, 4 de agosto de 2014

¡Good Bye Sabina, see you later Serrat!


Que doloroso resulta sentir como la desilusión poco a poco le arranca a la vida unos cuantos pedazos. Decepciones amorosas, contrariedades familiares, frustraciones académicas, chascos amistosos, desaciertos laborales, no duelen tanto como el desplome de un icono, el derrumbamiento de una persona idolatrada. Desde la lejana Tel Aviv llegaron los ecos de un concierto inexplicable. Girones de melodías, estribillos malogrados. Como perros rabiosos, el desengaño y la desesperanza le descuajaron a nuestra existencia con cada nota emitida, con cada frase entonada, con cada dentellada propinada, grandes trozos de nuestras almas.

Dos artistas españoles en el ocaso de sus carreras y por un puñado de dólares hicieron sentir a su antiguo público lo mismo que se siente al vagar por las calles de Roma o de Atenas, por el tiempo devastadas. Así, como bajo un cielo esplendoroso, con el sol radiante del Mediterráneo cayendo a plomo sobre sus geografías escarpadas, piedras muertas y ruinas silenciosas, llenas de confusión y sigilo invocan la contrariedad, así mismo, el comportamiento avieso de individuos a quienes tú idealizaste sinceros, arruinan de un zarpazo el sonido aletargado de las tardes de adolescencia, la banda sonora de los recuerdos colegiales.

Despechos sin orden, decepciones sin cronología, pueblan de misteriosas inscripciones, de jeroglíficos inoportunos, las reminiscencias universitarias y de golpe se revelan bajo el tono del desaliento que la esquela redentora trueca en la Piedra Rosetta de la amargura. El hechizo se derrumba y los actores en un descuido pecuniario, dejan al descubierto su verdadera cara. Insensibles al calor de Gaza, a las nubes polvorientas que luego de cada explosión se levantan, Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat cantan. Lo hacen para unos seis mil israelíes, quizás la mayoría ajenos a la conducta genocida de sus gobernantes, pero que si pudieran haber entonado alguna consigna de inconformidad ante la masacre sistemática de seres humanos, pero que en la festiva emoción omiten, olvidan, desdeñan, simplemente dejan de lado.

Mientras los “Dos pájaros de cuenta” se divertían y hacían guiños descarados al régimen sionista, los noticieros televisivos mostraban al resto del mundo los cuerpos lanzados a la distancia por las ondas expansivas vueltos cadáveres impertinentes frente a sus propias cámaras. Señalaban y revelan como un pueblo que ha sufrido persecuciones, éxodos, exterminios, crímenes de lesa humanidad, es capaz de emprender contra otros seres hasta arrasar su tierra e intentar aniquilarlos.

Sobre los escombros surcados de grietas, tras los bloques carcomidos, sobre el terreno calcinado, se podía percibir el sonido de las pisadas de un ejército homicida, instrumento de opresión de otras fuerzas más allá de la metralla, que alternaba con los compases apagados de la música de estos cantantes.

Imperturbables los oídos de Sabina a los hombres que blasfeman mientras avanzan por callejuelas estrechas cargando a otro inocente asesinado, Indiferentes los tímpanos de Serrat al desorden estruendoso del rebaño adolorido por la sangre derramada, dejan escapar canciones de su gira “Dos pájaros contraatacan” mientras aviones israelíes sueltan su mortífera carga sobre la Franja de Gaza.

Hasta los Backstreet Boys decidieron suspender sus conciertos en Israel y elevaron peticiones a favor de la paz y el respeto a Palestina, pero nuestros antiguos conocidos en una senil decisión, se desplazan tan deprisa en contra de la corriente mundial de apoyo a la concordia y a la convivencia en medio de la Franja de Gaza que se vuelven insensibles al clamor de la humanidad.

Como con Roma y Atenas, recordaba la grandeza de lo que ahora se presentan como dos ruinas humanas. Hablamos de incongruencias entre lo que dicen sus canciones y lo que particularmente hacen con el negocio de su espectáculo. Se han degradado al mismo nivel de Arjona a quien nadie le cree el contenido de sus letras, la perorata de sus canciones.

Humaredas atizadas con cadáveres de niños, de mujeres, de inocentes, hacen de efectos espaciales a las funciones, representaciones o actos que se presentan ahora en territorio israelí. De sobrevivir algunos de esos niños a este verdadero holocausto: ¿Qué sentimientos habrían de albergar contra los asesinos de sus padres? Semillero de conflictos, esta lucha fratricida por el control de un territorio que, sin lugar a dudas les pertenece a los palestinos, traerá como frutos la perpetuidad de la matanza, un ojo por ojo bíblico que culminará con la destrucción de generaciones enteras, con la diseminación del odio por las arenas del medio oriente y que los vendavales del desierto trasladarán por los aires sembrándola por toda la intranquilidad del orbe.

Entregan pues al público Serrat y Sabina su palabra tarifada, se volvieron así prostitutas insensibles del canto y desde el lupanar de la industria seguirán intentando halagarnos con sus melodías, pero en el fondo pensarán exclusivamente en el resultado monetario.

Terminarán así con vergüenza los “Dos pájaros de cuenta”, una carrera hasta ahora descollante. Si de cantar se trataba hubiesen podido hacerlo cómo no, pero aludiendo así fuese en inentendibles frases catalanas pidiendo por la paz, por el respeto a la vida, por la dignidad de un pueblo que de no ser por las apetencias imperiales de controlar el medio oriente con su océano de petróleo liviano, con su estratégica posición geográfica, con el estrecho de Ormuz incorporado-, viviría tranquilamente arrancándole al desierto los magros frutos que éste desde tiempos inmemoriales les ha suministrado.

El tiempo se confunde y la eternidad se esfuma. En medio de dolores y murmullos, las ráfagas de plomo y el olor agreste de las piedras devastadas, la frustración llega a ser un arte. Una charca capaz de devolver en su reflejo variaciones incontables, interpretaciones infinitas sobre un mismo tema… Caín contra Abel, la destrucción entre hermanos. La sumisión humillante al becerro dorado ha hecho que se le pierda el respeto, un poco del cariño que desde chicos le tuvimos a estos, si se quiere, exitosos cantantes. Les ilumina hoy día en medio del escenario mundial del desagrado, un rayo cenital, una luz blanca y enceguecedora, el resplandor de la ironía. Para ellos la conciencia les resulta una preocupación anacrónica. Para nosotros es la honestidad un instrumento pedagógico.

Luego del último bombardeo, la marea avanza bulliciosa cargando sus muertos por una ciudad sin semáforos. A la distancia nos sumamos al clamor de unos seres humanos que nos duelen como nos duelen las vidas de todos los seres humanos…


¡Resiste Palestina! No estás sola en tu lucha, cuentas con el apoyo incondicional de la mayoría del pueblo bolivariano, ¡Palestina Aguanta!

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